El maestro López Cobos fue recibido con una enorme ovación, muestra evidente del cariño que por él siente el público coruñés. Al final del concierto, tras una Cuarta de Beethoven que ha hecho historia, lo que obtuvo fue una clamorosa manifestación de entusiasmo. Desde los primeros compases del Adagio inicial, que hizo intenso y demorado, pasando por una asombrosa versión del Andante y un precioso Trío del tercer tiempo donde se lucieron trompas y maderas, alcanzó un verdadero clímax sonoro en el exultante cuarto. Bajo su batuta, la OSG mostró toda la belleza de una Cuerda en estado de gracia. Al final, el maestro, tras hacer levantar a los distintos grupos instrumentales, fue a saludar al primer atril de los contrabajos, Diego Zecharies, en justo reconocimiento a la altísima calidad de esta sección de la orquesta. Toda ella fue destacada por el director que dio repetidas muestras de agradecimiento por la excelente interpretación que realizó la colectividad instrumental coruñesa. No desmereció en absoluto la refinada ejecución de la preciosa Sinfonía, de Arriaga que no suele interpretarse con frecuencia. Muchos aficionados la descubrían con asombro porque orquesta y director supieron poner de relieve toda su extraordinaria calidad. Tampoco suele interpretarse muy a menudo el décimo octavo concierto de Mozart, a pesar de tratarse de una obra interesantísima. Versión muy perfecta con exacta concertación de solista, agrupación y batuta. El pianista francés, Bavouzet tocó de un modo muy preciso y elegante el concierto de Mozart; su toque es límpido, perlado, y carece de toda afectación. Fue ovacionado, en especial tras la delicada ejecución, en calidad de bis, de La fille aux cheveux de lin, el precioso octavo preludio del Libro I.