Precioso e interesante concierto, de alto nivel artístico. Comenzó con una suerte de poema sinfónico u obertura pot-pourri, de Von Suppé, que la Banda Municipal interpretó con brillantez; un espléndido solista, el violonchelo principal de la agrupación, Ilia Keilin, tocó de manera admirable algunos pasajes líricos que contiene la partitura. Otro gran solista, en este caso, una jovencísima flautista, Silvia Rozas, realizó un trabajo extraordinario en el notable y nada fácil concierto de Reinecke. Las ovaciones y los bravos dieron como resultado un bis aún más comprometido: Allemande, de la Partita en la menor para flauta sola, BWV 1013, de Bach. A tenor de cómo interpretó esta página, con 17 años, no es difícil augurar a Silvia un gran porvenir. Habrá que estar atentos a su carrera artística. El maravilloso cuento sinfónico de Prokofiev Pedro y el lobo narra una sencilla historia que sirve como pretexto para que los niños identifiquen algunos instrumentos de la orquesta (de la banda, en este caso) porque representan a los diversos personajes de la obra: la flauta, el pájaro; el pato, el oboe; el gato, el clarinete? La versión se benefició de una transcripción soberbia del propio Represas (excelente músico, sin duda), de una magnífica actuación de los primeros atriles de la Banda (siento no poder identificarlos a todos por falta de espacio) y de un narrador excepcional, Paco Lodeiro, que hizo las delicias del público infantil -y hasta del que ya ha dejado lejos el universo de la infancia- con sus comentarios tan ilustrativos como graciosos. Una versión actualizada de la conocida -y manida- obra de Grüber Noche de paz cerró el concierto de Navidad.