Sería absurdo establecer comparaciones con los dos grandes compositores que figuraban en el programa del Cuarteto Bretón: Beethoven y Shostakovich; pero los dos músicos españoles que también se tocaron en este concierto -Turina y Usandizaga, este último en un bis- son dignos de la mayor estima. Hay grandes composiciones españolas para cuarteto de arcos escritas por Guridi, Sorozábal, Chapí, Bretón, Conrado del Campo y tantos otros. Nuestro Marcial del Adalid tiene un notable cuarteto que debería escucharse más veces. El formidable Cuarteto Quiroga tocó un movimiento en su último concierto en La Coruña. Pero esa preciosa Oración del torero, que desde sus modestos orígenes (cuarteto de laúdes) ha llegado hasta la orquesta de arcos, pasando por el cuarteto de cuerda, no ha dejado de crecer y de ser admirada en el mundo entero; y ese maravilloso Cuarteto en Sol, opus 31, de Usandizaga (del que pudimos escuchar el conmovedor tercer tiempo, Moderato) debe ser mucho más conocido y programado. Conocemos muy mal la música clásica española. Es probable, incluso, que la estimen mucho más fuera que dentro de nuestras fronteras, como sucede con otras muchas cosas. Hace pocos días, el público de la Sinfónica escuchaba admirado la espléndida Sinfonía, de Arriaga, que muchos no conocían. Sin triunfalismos ni desmesuras, es preciso valorar lo que tenemos en casa. El Cuarteto Bretón se fundó en el año 2003: en estos años, ha consolidado ya un currículo importante y, además, adquirido la experiencia de tocar juntos. Su versión del soberbio cuarteto de Shostakovich, junto con el bis de Usandizaga, fue lo mejor del concierto. Sus cualidades más sobresalientes son la regulación dinámica, mediante la cual consiguen un notable refinamiento en el fraseo, y las hermosas sonoridades en los pianísimos. Fueron muy aplaudidos.