El hombre que prendió fuego al presidente de la comunidad de su edificio del Barrio de las Flores en septiembre de 2014 fue condenado a nueve años de cárcel como autor de un delito de intento de asesinato. La Audiencia Provincial considera probado que el imputado pretendía "dar un escarmiento" a su vecino, con quien había discutido unas horas antes por unas obras que se iban a realizar en el inmueble.

La víctima decidió "de una forma tajante" dar por finalizada la conversación con el procesado, quien acudió a comisaría, a la Casa del Mar y al juzgado de guardia, que estaba cerrado, para contar el suceso con el presidente de su comunidad. Al encontrarse el juzgado cerrado llamó a la sala de la Policía Local para informar de que necesitaba medicación. Una ambulancia del 061 lo trasladó al complejo hospitalario Universitario, pero decidió abandonar el centro antes de ser examinado. Tal y como reconoció durante el juicio, se dirigió a pie hasta una gasolinera cercana, donde compró un bidón con unos tres litros de gasolina y un mechero.

"Fui andando hacia casa de mi hermana, por el puente de A Pasaxe, escuchando música para tranquilizarme y viendo las fotografías de mi madre y mi hijo que tengo en el móvil", testificó, al tiempo que aseguró que entró en la gasolinera porque se la cruzó en el camino. "Pensé: 'No sé qué vas a hacer con este tío porque merece un escarmiento. Tratarme así sabiendo que soy un enfermo mental...'. Tenía idea de que tenía que hacerle algo a mi vecino", admitió el sospechoso, quien intentó alegar que solo pretendía dar "un susto" al perjudicado, una versión que no creyó el tribunal de la Audiencia Provincial.

El acusado admitió que al llegar al edificio timbró en el telefonillo insistentemente y que el afectado intentó tranquilizarlo, pero reconoció que su voz le "crispaba" y que "estalló" cuando le comunicó que había alertado a la policía. "Tiré para arriba, subí como un cohete. Pensé: 'Este no se queda sin escarmiento", señaló. Al llegar al descansillo del piso del presidente de su comunidad, según consta en el fallo, roció el rellano con gasolina. La víctima, al escuchar que alguien subía por las escaleras, abrió la puerta. El procesado negó haber visto a su vecino abrir la puerta de su casa, pero el afectado aseveró que se cruzaron las miradas cuando resbaló con la gasolina y se cayó al suelo. "Entonces, vi que prendió fuego al combustible y me vi envuelto por las llamas", describió el presidente de la comunidad, que sufrió quemaduras en la cara, las piernas y los brazos que afectaron al 15% de su cuerpo.

"El perjudicado dio en el plenario una descripción de lo sucedido que este tribunal considera más verosímil, si tenemos además en cuenta la existencia de una corroboración de su relato, que fue facilitada por su esposa", indican los magistrados en la sentencia, en la que consideran probado que el condenado prendió el combustible en cuanto vio al afectado. Además, destacan que descartan que "los actos" del procesado estuviesen motivados "por una presunta situación de miedo o temor a regresar a su domicilio y encontrarse nuevamente con su vecino".

El imputado, que permanece en prisión desde el día que sucedieron los hechos, fue sentenciado, además de a nueve años de cárcel, a pagar una indemnización a la víctima de 43.566 euros; y, a su mujer, de 8.229 euros, ya que sufrió una reacción de "estrés agudo" y tardó 30 días en curar. Además, como secuela le quedó un trastorno neurótico por estrés postraumático leve. Como consecuencia de los hechos, se mudaron del domicilio del Barrio de las Flores.

Los jueces destacan que el procesado sufre un trastorno obsesivo-compulsivo y que estaba a tratamiento con antidepresivos, ansiolíticos y antisicóticos. "Su situación en el momento de los hechos era compatible con un estado de tensión nerviosa y ansiedad intensa, manteniendo sus facultades intelectivas dentro de la normalidad y encontrándose levemente disminuidas las volitivas", concluyen.