En 1877, Tchaikovski estrenaba el ballet El lago de los cisnes en Moscú sin demasiada gloria. Sus detractores acusaron al autor de crear una obra demasiado sinfónica, y muchos puristas le achacaban que los nombres de los personajes fuesen germánico y no eslavos. 148 años después, la obra pervive como el ballet más interpretado del mundo. Hoy lo bailarán en A Coruña, en un pase único, más de 40 artistas del Ballet Nacional Ucraniano de Odessa. El espectáculo, que la compañía ucraniana ha llevado en los últimos años a Francia, Bélgica y China, comienza a las 20.30 horas en el Palacio de la Ópera.

Según el director artístico de la obra, el argentino Rolando Saad, se trata de una "versión muy pura", pues el Ballet Nacional Ucraniano, con 130 años de historia, es partidario de "mantener la tradición". De El lago de los cisnes se han hecho muchas versiones, con nuevos montajes, nuevas coreografías y nuevos tiempos, e incluso se ha reinterpretado el cuento romántico de la obra original, como la historia de Lady Di, el príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles. Para Saad, estas nuevas versiones llegan a "desvirtuar" la obra, e, intentando llegar a nuevos públicos, "se terminan perdiendo los conservadores".

El lago de los cisnes es un terreno de mezcla de diversas tradiciones musicales. "Tchaikovski se abrió a Occidente" señala Saad "pero mantuvo una influencia eslava muy potente en todas sus obras". El ballet de Tchaikovski recrea danzas con influencia occidental pero mantiene las "raíces propias" de los países eslavos e indaga en otras tradiciones.

A través de una escena de palacio presente en la obra original, Tchaikovski introduce danzas de distintos países, como la húngara, o la española , en la que se emplean las castañuelas y que compone uno de los nueve movimientos de la pieza. Saad, él mismo guitarrista especializado en la música española decimonónica y del Siglo de Oro y que ha interpretado "hasta decir basta" el concierto de Aranjuez, recuerda que "la música española tiene unos ritmos fantásticos" que inspiraron a muchos compositores extranjeros desde a Tchaikovski a Georges Bizet.

Para Saad, El lago de los cisnes es una obra "fundamental" y que debe estar presente en el repertorio de una compañía porque "sirve para todos los públicos, tanto para los que saben como para los que no saben de ballet". El director artístico considera que ciertas músicas clásicas, de "más difícil audición", pueden generar rechazo al público que se aproxima por primera vez a este estilo, pero que El lago de los cisnes, popular, conocida y "tan agradable de escuchar" consigue que los asistentes "se siente por primera vez, y luego vuelva" y por ello es "captadora de público".