La reparación de la nueva rotura de losas en la avenida de la Marina que encargó la Autoridad Portuaria el pasado sábado fue dinero tirado. El aglomerado asfáltico que colocaron hace solo cuatro días los operarios en varias zonas, para después recolocar encima las losas de piedra, se hundió y en tres puntos se abrieron socavones. El asfalto literalmente quedó desmigajado y la gravilla, con el paso de los vehículos, quedó repartida por toda la calle pero también por toda la acera, tal y como comprobaron los peatones al caminar por la zona.

La situación de esta avenida es tal que además de los socavones varios bloques de piedra se levantaron varios centímetros mientras que otros se hundieron creando un grave peligro de daños para los vehículos, por lo que la Policía Portuaria a media tarde valló la zona con conos y en ese tramó desvió el tráfico por la acera.

Hasta ese momento, los coches circulaban frenando en seco al advertir los socavones y, sobre todo, los bloques de piedra levantados, lo que llevó a otros muchos a rodearlos invadiendo incluso la zona peatonal en los lugares donde estaba la valla más apartada, ante el temor justificado a que los bajos del vehículo tocasen con la piedra.

Estos deterioros indican que habrá nuevas y repetidas roturas en esta vía, lo que supondrá una sangría de dinero para obras de arreglo, que correrán a cargo del Puerto mientras el Concello no recepcione esta obra que se ejecutó con gran celeridad para concluirla en las elecciones municipales del pasado mayo. El Puerto adjudicó la urbanización en superficie de la Marina por 3,8 millones de euros y ha añadido otros 2,65 millones por "resto de actuaciones" que no detalla.

Lo que ocurre en la vía no es algo inesperado. El propio arquitecto que redactó el proyecto de la urbanización de la nueva Marina coruñesa, Luis Collarte, renunció a ser el director de obra y en una entrevista en este periódico ya anunciaba que "se producirán roturas en poco tiempo" porque este tipo de pavimento tiene que tener un espesor y una unión de las juntas adecuadas. La única solución que veía Collarte ante este problema es cambiar el pavimento cada vez que se rompa.