La vida del pabellón Lino, una construcción de madera al estilo modernista ubicada en el Relleno, fue corta pero intensa. Nació en 1906 como sala de proyecciones y escenario de espectáculos variados, y en 1919 se consumió en un incendio para no ser reconstruido. En esos 13 años fue un referente de la vida cultural coruñesa eclipsando a edificios ya existentes como el Teatro Circo Pardo Bazán y el Cinematógrafo, y acogió a algunos de los nombres más importantes de la época, como la cupletista La Chelita, y lo mencionaron personalidades como el escritor Azorín.

El pabellón toma su nombre del empresario Lino Pérez, un coruñés nacido en 1862 que empezó vendiendo periódicos por la calle, se hizo más tarde librero en la calle Real y acabó siendo uno de los empresarios de espectáculos más célebres de la ciudad.

En 1906 construyó el pabellón que llevaba su nombre siguiendo la moda de los pabellones de ocio, como el Kiosco Alfonso o la Terraza, y lo inauguró el 27 de junio de ese año con una actuación de zarzuela. El edificio, que se reformó poco después con un estilo más lujoso, albergaría desde proyecciones de cine a espectáculos humoristas o infantiles, y en él los coruñeses verían a algunos de los principales nombres del momento. Entre otras, pasaron por el pabellón las cupletistas Raquel Meller y La Goya, y la actriz María Guerrero. Lino Pérez falleció en 1918 y el edificio, comprado por el vigués Isaac Fraga, lo sobrevivió poco tiempo. En 1919 un incendio lo borró para siempre del paisaje coruñés.