La negociación del presupuesto municipal de 2016 alcanza tintes de novela romántica, con referencias constantes a la lealtad, a la deslealtad y a las vendas en los ojos; o de montaña rusa emocional en la que el tránsito del amor al odio y de nuevo al amor y luego otra vez al odio se cuece en unas pocas horas sin que nada, al menos públicamente, haya permitido presuponer semejante intensidad.

El último, por ahora, vaivén en las conversaciones sacudió ayer la base, parecía sólida, que el Gobierno local de Marea Atlántica y el PSOE habían tejido en sus contactos de la pasada semana. Los socialistas salieron con una nueva vuelta de tuerca: suspender las negociaciones por la supuesta falta de "lealtad" de Marea al negarse a facilitar "el destino final de las partidas presupuestarias asignadas a cada área".

La decisión del grupo municipal del PSOE, a golpe de lunes a media mañana, sorprende porque el fin de semana previo se cerró sin ninguna señal pública que hubiera enturbiado las negociaciones. El viernes, día del último contacto, concluyó sin acuerdo en empleo y servicios sociales, pero con el compromiso de ambas partes de volver a sentarse a negociar el presupuesto de otras áreas municipales.

Solo los protagonistas directos de las negociaciones conocen qué sucede de puertas adentro. Desde fuera, sabemos qué dice cada uno y se observan demoras innecesarias: Marea entregó el borrador de presupuesto al PSOE un mes después de comprometerse a ello y el PSOE tardó otro mes en acceder a negociar. Los socialistas censuran que el Gobierno les niega datos del presupuesto. No estaría mal tampoco que el PSOE, además de pedir documentación, pusiera cifras concretas y proyectos detallados de qué es lo que quiere incluir en las cuentas, para saber si su propuesta realmente difiere tanto de la de Marea como hace ver con sus declaraciones públicas.