Los conductores que aparcaban sus automóviles en los solares de Defensa en A Maestranza ya no disponen de esa solución. Ahora deben buscar alternativas. También lo tienen que hacer quienes antes ocupaban las aceras en esa ciudad sin ley de tráfico en que se había convertido esta zona. Las vallas les impiden aparcar invadiendo la acera, salvo que no tengan reparo en ocupar el mismo centro de la zona peatonal, lo que ya añadiría alevosía a su acción. Al menos los peatones que pasan por ahí, muchos niños de camino al colegio, han salido beneficiados. Eso sí, en la acera de la avenida más próxima a la Hípica el asalto de coches sigue.