El La la la de Massiel, la habanera Vivir en La Coruña, el pasodoble Suspiros de España, aplausos y también pitidos y abucheos fueron los sonidos que acompañaron la última presencia de Francisco Vázquez en el Palacio de María Pita como alcalde de A Coruña. Aquella tradicional y ruidosa banda sonora se dejó oír el 8 de marzo de 2006, un miércoles de recepción institucional en la que el regidor socialista firmó el acta de dimisión de su cargo y se despidió de la ciudad con la lectura de un largo discurso impregnado de la "única política" con la que aseguró haber defendido la ciudad, el coruñesismo.

Aquel acto, que Vázquez se empeñó en denominar "concejo abierto" pese a que impidió a los asistentes dar réplica, puso fin a 23 años de mandato, cuyos últimos meses estuvieron salpicados por sus polémicos intereses empresariales y sus negocios urbanísticos. Este periódico había desvelado un año antes que el alcalde había comprado, a precio muy bajo en la zona más cara de la ciudad, la sede de la ONCE en O Parrote para rehabilitar el inmueble, al que había rebajado su protección, y convertirlo en su vivienda. Meses después el diario revelaba una red negocios entre la familia del exregidor y el jefe de la patronal coruñesa, Antonio Fontenla. La trascendencia de estas noticias precipitó la salida de Vázquez y el Gobierno de Zapatero lo trasladó a Roma para convertirlo en embajador español en el Vaticano.

En la renuncia y la despedida hubo tiempo para la emoción, la proclamación del coruñesismo, el apoyo al sucesor, Javier Losada, las protestas de funcionarios y otros colectivos en el exterior del palacio y la música, pero no para explicar sus negocios ni para la autocrítica; tan solo dejó escapar un escueto "perdón por los errores". Vázquez volvió a pisar el ayuntamiento para la investidura del popular Carlos Negreira, pero no para la del alcalde de Marea, Xulio Ferreiro.