El emprendimiento empresarial nace en una idea y crece en un despacho. Su evolución dependerá de distintos factores, no siempre controlables: demanda, oferta, oportunismo, inversión... Proyectos, negocios y servicios novedosos surgen cada año de estudiantes, licenciados y jóvenes empresarios que desarrollan sus propuestas en centros de trabajo colectivo o en los llamados viveros de empresas, donde cuentan con medios básicos para poner en marcha sus ideas y asesoramiento profesional. Hay dos de estos viveros en la ciudad: el centro municipal de A Grela y el de la Universidade da Coruña (UDC); el Ayuntamiento prevé inaugurar en el Papagayo en abril un recinto coworking, el espacio compartido de empresas Accede Papagayo, que había proyectado el Gobierno local del PP.

La instalación está pensada para que personas con una idea de empresa puedan dar aquí sus primeros pasos o para emprendedores que, con un proyecto ya en funcionamiento, quieran consolidarlo. El centro será gestionado por el Concello y en él se darán preferencia a todas aquellas empresas vinculadas a la investigación, la tecnología o la innovación. "Queremos que sea un polo de empresas innovadoras, en línea con esa idea de dinamizar el tejido productivo local", señala el concejal de Emprego, Alberto Lema.

El espacio contará con un total de 74 módulos de trabajo de los cuales 30 serán para empresas que todavía no han comenzado, 32 para aquellas que quieren consolidarse y 12 para emprendedores "externos", que no permanezcan de forma continuada en el centro. Cada empresa solo podrá acaparar un máximo de cinco módulos, incluyendo socios y asalariados.

Las empresas ubicadas aquí contarán con acceso a internet y la posibilidad de usar espacios comunes y salas de reunión, una de ellas destinada a acoger charlas y jornadas en las que facilitar el asesoramiento a los emprendedores.

El Accede Papagayo se suma al original vivero de empresas del Concello, conocido como Centro Municipal de Empresas, que desde hace una década ocupa en A Grela las instalaciones de lo que antiguamente era una iglesia y su casa rectoral. Aquí hay espacio para 12 iniciativas emprendedoras, aunque actualmente dos permanecen vacíos. El tiempo máximo de estancia es de tres años, pero muchas se marchan antes. "En muchos casos, los negocios van bien y ante la necesidad de más personal deciden marcharse", arguye Rodolfo, uno de los técnicos del centro.

El precio depende de las dimensiones de la oficina, pero oscila entre los 190 y 280 euros sin impuestos. Más allá de un techo, el fin del vivero es ofrecer asesoramiento y formación en los primeros años de estas pequeñas empresas. "Se demandan cursos sobre contratación pública y recientemente hicimos uno sobre cómo constituir Uniones Temporales de Empresas para los concursos", señalan desde el centro.

La Universidade ofrece un espacio para el emprendimiento a la comunidad académica en el vivero de empresas situado en el Edificio de Servizos Centrais de Investigación. Dispone de siete despachos de 21 metros cuadrados en los que desde 2004 se han desarrollado 51 iniciativas, de las que han salido constituidas 31 firmas, apunta su coordinador, Javier Garrido. "Entre un 60% y un 70% de esas empresas logran sobrevivir", añade. Cada año se convoca un concurso en el que los solicitantes exponen proyectos a través de un pequeño plan de empresa y una comisión los evalúa para seleccionar los más prometedores. Los escogidos, que pueden estar encabezados por estudiantes o licenciados, podrán desarrollar sus ideas durante dos años en el vivero, cuyo uso pagan a partir del segundo. Allí recibirán asesoramiento para gestionar sus futuros negocios, asistencia administrativa y financiera e información legal.

De un modo parecido al de los viveros de empresas y con más o menos servicios de apoyo y asesoramiento actúan los centros de coworking o espacios compartidos por emprendedores y proyectos facilitados por empresas privadas o fundaciones. WeKCo, en Novo Mesoiro, es uno de ellos. O Avalanza, en Pescadería. Ofrecen a distintos niveles medios, zonas de reunión y de trabajo, formación, programas y soluciones para el fomento de iniciativas empresariales o su dinamización una vez puestas en marcha a través de la colaboración o la captación de inversiones.

La fundación Paideia tiene en Mans su centro de iniciativas empresariales en Pocomaco. Casi 40 ahora. Los usuarios pueden estar hasta tres años y pagan por metro cuadrado para utilizar despachos y estudios o recibir asistencia integral para el arranque y desarrollo de sus negocios. También la fundación Ronsel, en Zalaeta, facilita formación ocupacional y orientación laboral y presta asesoramiento a emprendedores sobre el proceso de elaboración de su plan de empresa durante dos años. Una vez afrontados los primeros pasos, la idea empresarial debe cuidarse, incentivarse y mantenerse o fortalecerse. Lo aconseja Marcos Balboa, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE), que en sus 20 años de rodaje "ha dado contenido y asesoramiento" a cientos de emprendedores. "Es clave tener un objetivo claro, un plan de empresa, saber buscar contactos y contar con los adecuados recursos económicos y humanos".

"El 80% de las empresas que se constituyen en un año en la ciudad no llegan al año de vida. Del 20% que lo superan, la mitad llega al tercer año", añade Balboa.