Los vecinos de los inmuebles contiguos a los números 27 y 29 de la calle Buenavista verán en los próximos días satisfecha una reivindicación por la que esperaban con anhelo desde hace 6 años, ya que el Concello consiguió tras este periodo que la promotora que posee esos dos edificios los derribe, ya que se encuentran en estado de ruina. Durante todo este tiempo, los residentes en el entorno de estas construcciones, de tan solo dos plantas y que evidencian un notable deterioro, han tenido que soportar la presencia de ratas, humedades y olores, ya que la parcela cuenta con un jardín trasero en el que se amontonan cascotes, suciedad y maleza.

En los últimos días se iniciaron los trabajos para la retirada de los escombros antes de proceder a la demolición, aunque de uno de los inmuebles tan solo queda en pie la fachada, puesto que el interior fue derribado hace tiempo para impedir la entrada de personas en el interior, aunque el otro estuvo habitado hasta hace pocos días a pesar de su estado.

En el número 29 aún puede verse a través de las ventanas de la planta alta la vegetación que invade la parcela, mientras que en la baja se amontonan los restos de la edificación. En el inmueble número 31-33 sus habitantes padecen humedades en el garaje, el bajo comercial, el patio y en varias viviendas, lo que les ha obligado a llevar a cabo trabajos de reparación. El riesgo de que caigan cascotes al patio hace además que este lugar no sea utilizado por los vecinos, quienes temen el desplome de alguna de las partes del inmueble contiguo.

También los residentes en Nueva Travesía de Buenavista están afectados por el mal estado de estas dos ruinas, ya que su antiguo jardín es en la actualidad un lugar lleno de maleza en el que pululan ratas y gatos. Los vecinos denuncian además la acumulación de basura y que el olor que emana del lugar se hace insoportable en verano.

Los daños originados en el patio del número 31-33 motivaron en 2010 los primeros trámites de los perjudicados, quienes entonces supieron que las dos casas están declaradas en ruinas desde 2001. El Ayuntamiento ordenó a la propietaria, Marigle Promociones, que los derribase, pero esta presentó varios recursos hasta que en marzo de 2015 le multó con 300 euros, aunque al no aceptar las notificaciones que le envió, hubo que hacerlas públicas a través del Boletín Oficial de la Provincia para poder actuar contra la empresa.