La desaparición de las vallas que delimitaban la calzada y de la mayor parte del tráfico que aún discurría por ella proporcionan a la avenida de La Marina un aspecto hasta ahora desconocido para los coruñeses debido a la amplitud de espacio que se ofrece a la vista. Los arquitectos consultados destacan que la existencia de un espacio de grandes dimensiones supone una ventaja por la posibilidad de organizar en él toda clase de actividades, aunque también inciden en la necesidad de corregir algunos aspectos de la reforma efectuada en este lugar.

"No sería mala cosa recuperar algo del primer y segundo premio del concurso de 2007", comenta Felipe Peña, quien junto con Alejandro Álvarez dirigió el proyecto que quedó en segundo lugar en la convocatoria realizada por el Ayuntamiento para remodelar La Marina y que finalmente no se llevó a la práctica. Peña recuerda que en su propuesta se dejaba una explanada bastante amplia junto al muelle "porque eso le da el tono portuario que ha tenido siempre".

A su juicio, esa parte "podría soportar un mercadillo, una fiesta, unas carpas?", aunque con una protección del borde del mar que no sea una barandilla, sino un elemento provisional mientras dure la actividad, a lo que añade la necesidad de "recurrir a los árboles porque es una solución muy buena, ya que el árbol de hoja caduca es un regulador ambiental y paisajístico extraordinario", ya que entiende que la presencia de árboles es escasa.

En cuanto al mobiliario, advierte de que no debe "tomar el protagonismo", lo que a su juicio pasa ahora con "unas farolas muy raras que parece que las han hecho para que las miren", cuando para él deben pasar inadvertidas. Las cafeterías que el Gobierno local prohibió en la explanada las considera "interesantes porque generan actividad", aunque también admite que en la zona "ya hay muchos bares, aunque no pueden atravesar la línea de tráfico, por lo que podría haber algún chiringuito ligero, pero sin que sea un monumento".

"No me parece mal la estrategia de crear un gran espacio abierto en el que el uso, el tiempo y las necesidades puedan aportar el plus que le falta ahora", afirma José Manuel Mihura, quien advierte que los problemas de tráfico "no están del todo resueltos". Cree necesario que la imagen de La Marina quedara liberada del tráfico y echa de menos más jardín, aunque no le parece mal el tratamiento dado a las murallas y cómo se han orientado los paseos.

"Hay dotar ese vacío con elementos que le den vida, ya que está un poco desangelado aunque zonas como la de juegos se llenan con el buen tiempo y O Parrote de chavales", comenta, por lo que apuesta por un análisis de los elementos que faltan "para que sea una gran plaza y el centro neurálgico de la ciudad, que lo fue y dejó de serlo". Como factor positivo señala que no se ha instalado "ningún elemento que distorsione o estorbe para contemplar la gran fachada de La Marina". Mihura discrepa de la eliminación de las cafeterías proyectadas, que en su opinión "darían vida" a la zona. En cuanto a las posibles actividades en el lugar, menciona la salida de carreras urbanas, exposiciones, ferias, actuaciones y conciertos, y comenta que será posible instalar diferentes elementos apropiados a cada época del año.

"Hay que estudiar si es necesaria una explanada para actividades y lo grande que debe ser", explica Roberto Costas, el presidente de la delegación coruñesa del Colegio de Arquitectos, quien reclama planificación para este espacio y sugiere la convocatoria de un concurso de ideas. "La opinión general es que está desangelado y que no hay sombras porque los árboles son pequeños", señala, por lo que propone plantar ejemplares de mayor porte o pérgolas con plantas trepadoras "para darle humanidad con buen criterio" y que sea "un espacio no solo de paso. Sobre los usos de este lugar cree desaconsejables los conciertos multitudinarios para evitar congestiones de tráfico, pero estima compatible hacer actividades con preservar la imagen de La Marina, ya que hay "espacio para todo".

Para José Antonio Franco Taboada, la zona de la Dársena puede contar ahora con una superficie vegetal similar a la que tenía antes, pero la actual "presenta una vegetación, muy pobre, con apenas arbolado, todavía de bajo porte", a lo que se une que en su mayoría está "totalmente descuidada" y sin ningún arbusto ni intención paisajística aparente. También advierte que las zonas pavimentadas "pueden hacerse inhóspitas en los muchos días de lluvia de esta ciudad", a lo que se une la acción del viento".

Franco Taboada estima que no es razonable hacer reformas de importancia, por lo que propone "actuaciones relativamente poco invasivas que deberían integrarse en un proyecto paisajístico unitario". Entre ellas cita la remodelación de las zonas verdes "con un adecuado proyecto de jardinería y un consecuente mantenimiento". Admite que árboles como los anteriores quizás no sean posibles ahora, por lo que sugiere plantar arbustos ornamentales de cierto porte, además de zonas con surtidores, fuentes ornamentales con efectos de luz o pulverizaciones de agua en verano.

Coincide con Costas en la posibilidad de instalar pérgolas con vegetación para protegerse del sol, además de zonas cubiertas pequeñas y livianas para guarecerse de la lluvia. También defiende que en una zona de juegos infantiles se instale una protección textil o acristalada para resguardar a padres y niño de repentinos cambios de tiempo, así como asientos adecuados.

"Las ciudades tienen que tener espacios amplios, especialmente en la confluencia con la línea de mar, como ocurre en todas ellas", destaca Xosé Manuel Casabella, quien considera necesarios este tipo de explanadas abiertas para la organización de actos como ferias o exposiciones, así como para el paseo de los ciudadanos y de los pasajeros de los cruceros, quienes desembarcan en esta misma zona de la ciudad.

Pero también defiende la instalación de elementos complementarios, el aumento del arbolado y la dotación de parterres y enredaderas, aunque siempre que se mantenga "un espacio amplio para pisar y hacer actividades". En su opinión, La Marina "a la larga va a dar muchos frutos porque a causa de la circulación antes no había muchas oportunidades", de modo que aunque la transformación ha tenido aspectos positivos y negativos, el resultado final a su juicio es "beneficioso".

El descarte de las cafeterías previstas en la explanada es compartido por Casabella, quien considera suficiente la oferta hostelera en la zona y califica de error haber suprimido los edificios de la Oficina de Turismo y de Sanidad Exterior que a su juicio "podrían haber sido útiles para algunas actividades, como el quiosco de la plaza de Ourense". En torno a las quejas sobre el carácter poco acogedor de la explanada, recuerda que los árboles "van creciendo", pero que en todo caso "se pueden plantar árboles de 20 o 25 años".