En solo diez días una revolución ha acabado con la aparente estabilidad de Ciudadanos en A Coruña, cuya junta directiva, de apenas nueve meses de actividad, está a punto de disolverse. El Consejo General del partido de Albert Rivera aprobó el 14 de mayo que José Canedo, candidato por UPyD a la Xunta en 2012, sustituyera a Antonio Rodríguez como número uno en la lista para las elecciones generales del 26 de junio. El relevado tachó la decisión de "dedazo" y "cacicada". La agrupación local salió en su apoyo, calificó de "traición" el cambio impuesto y el pasado viernes cuestionó los métodos de la delegación gallega, a la que acusa de no dejarle trabajar. La coordinadora de la junta directiva de A Coruña, Patricia Pertierra, "decepcionada" con Ciudadanos, tiene previsto formalizar hoy su dimisión.

-¿Sus seis compañeros de agrupación también se van?

-Mañana (por hoy) nos veremos los siete. No voy a hablar de lo que hagan los otros cuatro que me han dicho que tienen la misma intención que yo. Hay otros dos, Carmen García Martín y Manuel Moinelo, que se quedan seguro. Él ha sido nombrado subdelegado territorial y coordinador provincial.

-¿Lo que ha pasado, y salido a la luz estos días, es un escándalo?

-Hombre claro. Nos han dejado colgados aquí, sin hacernos ningún caso. La sensación que yo tengo es de que al partido, tanto en Galicia como más arriba, le interesa que la gente tenga la menor intervención posible. Tienen miedo.

-¿Miedo de qué?

-El crecimiento de Ciudadanos ha sido muy grande, con muchos afiliados en poco tiempo. Tienen miedo de que la gente se involucre porque en política unos tienen intereses honestos y otros no, y eso les asusta. Al principio nos decían que querían incorporar a población civil, no a políticos profesionales. Eso sonaba muy bien. Cuando empezamos partimos casi de la nada, esto era un solar. Fuimos elegidos en septiembre y teníamos un programa, unas líneas de actuación. Empezamos a hacer grupos de trabajo con gente muy válida, reuniones, contactos con la prensa. Creo que eso les asustó. No nos consideraron ciudadanos, sino súbditos, les molestó que tuviéramos ideas propias. Es como cuando tu jefe es un mediocre, ve gente más espabilada a su alrededor y la cambia.

-¿Les dieron directrices de trabajo alguna vez?

-Al contrario. Nos quejamos, les pedimos que nos hicieran una auditoría sobre el trabajo que estábamos haciendo. Nos reuníamos para hablar de lo que se estaba haciendo en la ciudad. Pues lo único que nos preguntaban era por qué nos reuníamos tantas veces, por qué tantos grupos de trabajo, por qué asambleas. Nos obligaron a no publicar notas de prensa y me censuraron un punto de un orden del día. Les parecimos incontrolables.

-¿Les explicaban por qué no les dejaban trabajar?

-No. Contactábamos y nadie contestaba. Silencio administrativo. Desde que Juancho Chouzas fue elegido delegado solo recibí un correo suyo para que disolviéramos un grupo de trabajo sobre área metropolitana, no sé por qué. Le envié consultas y nunca me contestó. Hablé dos o tres veces con él y nunca se pronunció con claridad.

-¿Tiene el partido preocupaciones municipales?

-Nadie nos dijo que siguiéramos un guión, aprendimos sin habernos dedicado a la política. Atrajimos a gente para echar a rodar la agrupación local y para que el trabajo se tradujera en un futuro programa para unas elecciones municipales y para seguir incorporando gente. Porque con lo que nos habíamos presentado hace un año eran cuestiones muy generales.

-¿Ciudadanos sabe lo que quiere en Galicia?

-Quiero pensar que sí. Pero tienen que superar el miedo a la incorporación de gente. No se pueden creer dueños del partido un determinado número de personas, el partido es de todos los afiliados.

-¿Ciudadanos es casta?

-No sé si tanto, pero veo actitudes de vieja política que se reprochan a otros partidos y se practican en Ciudadanos. Como esto que acaba de pasar. Me choca que se hable de democracia interna y transparencia como principios inspiradores del partido y que vendan la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos y, a la primera de cambio, se saltan los estatutos.

-¿Ha cambiado su concepción del partido al que se afilió?

-Evidentemente.

-¿Está decepcionada?

-Totalmente. Entras con la ilusión de que vas a poder aportar y participar y te lo impiden.

-¿Este lío va a dañar la imagen del partido?

-Soy consciente de que puede repercutir. Con quienes hablo piensan lo mismo, y la mayoría me apoyan, otros no. A corto plazo esto dañará la imagen. Si sirve para que a medio plazo esto se evite, mejor.

-¿Qué conclusión saca de su primera experiencia política?

-Es positiva. He visto cosas que no me gustan y otras que sí. En pocos meses he conocido a gente válida. ¿Me gustaría seguir en este fregado? No, ahora mismo no. No voy a darme de baja, seguiré de afiliada en silencio y veré si esto se revierte o empeora.