Son más o menos mil refugiados, aunque estiman que, a finales de verano, la cifra se triplicará, de ellos, unos 350 son niños, dos de ellos, los hermanos Mudhafar y Ahmed, están gravemente enfermos y, allí, en el campamento de Katsikas, en Grecia, donde el suelo es pedregoso y las temperaturas extremas, carecen de la atención que necesitan para sanar sus dolencias hepáticas.

La ONG Axuda Integral Rescate Emerxencias (AIRE) y el Concello de A Coruña remitieron ayer una petición al Ministerio de Exteriores, una solicitud para que expida un "salvoconducto", un "visado humanitario" para que estos dos pequeños de ocho y diez años puedan ser trasladados a A Coruña, que se ofrece como ciudad acogedora, y ser tratados.

Solo una firma separa a estos niños de huir de la que es una muerte segura. Diego Velasco, que es voluntario de la ONG AIRE, explicó ayer que cuentan con los recursos necesarios para poder sacar a la familia del campamento y para garantizar su realojo en A Coruña, que solo falta ese permiso. "Es cuestión de voluntad política", resumió la concejal de Igualdade e Diversidade, Rocío Fraga, que aseguró que, en cuanto el Estado dé su visto bueno, los menores y sus padres podrán viajar al día siguiente a la ciudad y ser atendidos y diagnosticados de sus dolencias. Mudhafar y Ahmed, de diez y ocho años, sufren una insuficiencia hepática, también microcefalia y desnutrición, entre otros males.

"Cada minuto que pasa va en contra de su vida, necesitan tratamiento", comentó ayer Velasco. Es por ello por lo que la entidad ha iniciado también una campaña en la plataforma Change.org y en redes sociales con la etiqueta #Niunminutomás para sumar apoyos a la iniciativa de sacar a los pequeños de ese campamento y apostar por una nueva oportunidad. En sus primeras horas de vida, la iniciativa reunió casi diez mil rúbricas digitales.

Y, ¿por qué Mudhafar y Ahmed y no los demás niños de Katsikas? La entidad AIRE lo tiene claro, su objetivo es "sacarlos a todos de allí", facilitar que tengan un futuro digno, alejarlos de ese campamento en el que el frío se mete en los huesos y azula las caras de los más pequeños, en el que no hay sombra, en el que las heridas se infectan y la primera reacción en una riña entre niños es "coger una piedra y tirársela al otro", según explica el bombero del parque de A Coruña, Agustín Barreiro, que asegura que, en su estancia en Katsikas, se hartó "de hacer curas" y de mandar a los menores al hospital para que les diesen puntos tras una discusión zanjada a pedradas. Porque han sufrido mucho y "han visto asesinatos" y su manera de relacionarse ahora es esa.

La asociación AIRE pelea por trasladar "de manera urgente" a estos pequeños porque los informes médicos alertan de que su vida corre peligro, de que morirán si no reciben la atención y los cuidados que precisan. "La edad ósea del niño de diez años corresponde a la de un niño de diez meses, aproximadamente", según relató ayer el jefe de Servicio de Cirugía Pediátrica del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña, Jesús Caramés, que apunta también a que ambos son muy "pequeñitos" y tienen "un hígado muy grande con cirrosis", una enfermedad que les produce "mucho picor" y, además, problemas para hacer la digestión, por lo que su desnutrición es "severa". Para conseguir dar con la dolencia que sufren, Caramés apunta a que hay que realizar un estudio genético, así como otras pruebas, entre ellas, una endoscopia, una resonancia y que sean vistos por un otorrino y un neurólogo.

Concello y la ONG AIRE piden a Exteriores permiso para traer de Grecia a dos hermanos enfermos

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Esta situación se ve agravada por las condiciones en las que se encuentra el campamento. "Hay setenta baños, doce duchas, cuatro grifos y poco más", describió ayer José María López Rivas, de la entidad AIRE, que está formada en un 70% por bomberos y sanitarios y en un 30% por voluntarios que ejercen otro tipo de profesiones.

La historia de Mudhafar y Ahmed es una más en el campo de refugiado de Katsikas, una más de una familia que intenta escapar de una muerte segura en busca de un futuro diferente. Su padre, en una carta, explica que nació en 1982, en "Erbil, la capital del Kurdistán iraquí" y que allí creció y se unió al ejército kurdo, que se casó con Midia y tuvo dos niños, ambos con problemas hígado y que, antes de saber cuál era la enfermedad que padecían, estalló la guerra y tuvieron que huir. En un combate con el ISIS, él fue el único superviviente del destacamento de ocho combatientes. Su vida cambió, una vez más, aquel día, ya que recibió un disparo en el costado que le obliga a andar con collarín y con muletas.

A Coruña, según explicó ayer la concejal Rocío Fraga, abre sus puertas a esta familia, pero también a otras que necesitan salir de una situación en la que la pobreza y la necesidad se unen con las mafias y con la certeza de que faltan ya niños de algunos campamentos. Barreiro señaló ayer, en el Parque de Bomberos de A Coruña, que trabajan en la contradicción de hacer que su vida sea lo mejor posible en Katsikas, aunque su objetivo no es que se queden allí, sino que puedan acceder a una vivienda normalizada.

"Todos los niños tienen urgencia por venir aquí, pero la situación de estos dos niños es crítica porque necesitan cuidados especiales", resume Velasco. Una de las soluciones que están encima de la mesa es la del "transplante hepático". La ayuda sanitaria no se restringe a las fronteras de A Coruña sino que se abre la posibilidad a buscar soluciones allá donde puedan dárselas.