"Ahora esto es un barrio joven con perrito". Así define Sandra Pérez, hostelera, la transformación que advierte en la amplia manzana que hasta la década pasada ocupaban las instalaciones de la Fábrica de Tabacos, entre la avenida del Ejército y la avenida de Oza. "Los pisos de protección atrajeron a mucha gente joven y dieron más vida", constata José Vales, vecino de la zona desde hace 15 años, quien confirma, sin disimulado malestar, que "hay demasiados perros".

Son las opiniones de un residente y una hostelera del entorno de la plaza Fábrica de Tabacos, protegida por el inmueble principal de la antigua instalación y futura sede de órganos judiciales, el edificio de la Casa del Mar, tres bloques de viviendas protegidas del Ayuntamiento y otros tres que están por construir. Una zona infantil con áreas verdes, un pequeño parque abierto tras la demolición de los muros que rodeaban gran parte de la vieja fábrica, una amplia explanada donde impera deslucido el cemento y un parking subterráneo completan el lugar, en el que la presencia de nuevos vecinos, y más jóvenes, ha hecho crecer la actividad.

Nada más inaugurarse la plaza en marzo de 2010, durante el mandato del socialista Javier Losada, este espacio urbano permitió conectar la calle Ramón y Cajal con la plaza de la Palloza, pero ofrecía una imagen bastante desoladora, sin vegetación apenas, con metros desaprovechados entre la fábrica y la Casa del Mar y solo dos edificios de viviendas en pie sin negocios en sus bajos. Con el paso de los años y el asentamiento de los nuevos residentes, población joven atraída por las ventajas de poder asumir el pago de pisos protegidos que sorteó el Concello, la zona empezó a dinamizarse, especialmente en los últimos dos años, poco antes de comenzar las obras en el viejo inmueble de Tabacos para acoger, a partir del próximo año, diferentes dependencias judiciales.

Ahora por las tardes y en las mañanas y mediodías de los fines de semana, generalmente en torno a dos espaciosos locales de hostelería en sendos bloques de pisos, se concentran, junto a vecinos de más edad, numerosas familias jóvenes, la mayoría con mascota canina de paseo. "Cuando abra la fábrica de nuevo va a haber más movimiento en el entorno, como hubo en su día cuando había más actividad en el puerto", prevé otro hostelero, José Antonio Sánchez. "Han aparecido negocios porque la zona es privilegiada", explica un vecino, Jaime García, quien por edad, añora en cambio cuando "en los setenta" había todavía más bares en una calle como Ramón y Cajal.