Antonio vivió en la calle en la plaza de Pontevedra durante años y padeció el alcoholismo, pero ahora dirige el funcionamiento de la lavandería del Hogar Sor Eusebia pese a su avanzada edad y a que camina con ayuda de una muleta. "No les doy las sábanas limpias antes de que me entreguen las sucias", explica sobre cómo actúa con los residentes en esta institución, donde lleva de forma estricta un cuadrante en el que anota las entregas y recogidas de las prendas, marcadas con el nombre y el número de todos los alojados para evitar confusiones.

Él trabaja de forma voluntaria en el hogar, aunque admite que hay residentes que no se adaptan a estas tareas, que él realiza toda la semana excepto el domingo. Antonio sabe de la dureza de vivir en la calle, por eso aprecia la atención que recibe en Sor Eusebia, al igual que uno de sus compañeros en la lavandería, Francisco, quien nació en Oza dos Ríos pero vivió desde su infancia en Betanzos, donde también vivió en la calle. Allí conoció hace años el caso de otros indigentes a los que trataron de quemar cuando dormían en el cajero de un banco.

También él fue alcohólico y se rehabilitó con ayuda del Hogar Sor Eusebia, donde considera que existe un ambiente agradable para recuperarse de la dramática experiencia que supone vivir en la indigencia y destaca que recibe una ayuda integral, incluso para realizar trámites como la separación matrimonial.

Antonio y Francisco son dos de los sesenta residentes en esta institución, que fue visitada ayer por el alcalde, Xulio Ferreiro, ya que el Concello colaborará con ella en el proyecto Mi Casita, que proporcionará 20 viviendas modulares a otras personas con problemas de convivencia. La iniciativa se desarrolla también con la participación de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, que convocó un concurso para elegir el diseño de las viviendas y cuyo director, Fernando Agrasar, explicó que fue "muy fácil" elegir al ganador y que al elaborarse con materiales prefabricados "su realización será muy rápida".

"Se trata de unidades residenciales muy pequeñas en cada una de las cuales la persona puede decidir en qué grado quiere ser ayudado por los servicios sociales, ya que tienen dos puertas, una desde la calle y otra situada junto a los servicios sociales, y queda a su libre decisión como usarla", explicaba ayer sobre el proyecto ganador del concurso Mi Casita, Ángel Romo, autor de la idea junto con Rosalía Álvarez, quien detalló que tendrán 12 metros cuadrados, el tamaño de una habitación de hotel, mientras que los servicios complementarios serán comunes. "Pienso que lo eligieron por la posibilidad de emplearse de una manera u otra", añadió Romo, quien también destacó que su proyecto será más barato porque las casas serán adosados y estimó que el precio de cada metro cuadrado construido rondará los 500 euros.

"Nos inspiramos en las necesidades de las personas y en la forma arquetípica de la casita que nos hace sentir como en el hogar, con materiales interiores que hagan que sea más confortable", comentó Rosalía Fernández sobre el diseño de este proyecto.