La Universidade da Coruña encaró hace casi año y medio el reto de ser mejor con menos gasto. El verano de 2015, cuando el ahogo de liquidez le obligó a restringir gastos corrientes en sus centros, el Rectorado, aún con Xosé Luís Armesto al frente, comenzó el estudio de fórmulas para reducir el gasto. Su equipo de gobierno y el de su sucesor, Julio Abalde, presumen de que la institución no presenta deuda, sino problemas de liquidez, y la Universidad se ha visto forzada a echar mano a su hucha hasta adelgazarla al máximo por los recortes de financiación que ha sufrido. Este camino de la austeridad tuvo un inicio caliente entre la comunidad académica por la propuesta de fusionar centros y departamentos. Pero la meta se está alcanzando sin grandes críticas, en buena medida porque el Rectorado decidió aparcar unas fusiones que Abalde asume que "tarde o temprano llegarán" porque este proceso es "imparable". La Universidad, desde el Rectorado a cada uno de los centros y departamentos, debe prepararse ya para ese momento, analizando qué uniones reforzarían su estructura y mejorarían su oferta académica. Solo así evitará improvisaciones cuando le toque afrontar ese cambio.