Después de décadas sufriendo unas desafortunadas reformas que le habían dado un aspecto alejado del que tradicionalmente había tenido, la plaza de Pontevedra esperaba en 2006 por el concurso que el Ayuntamiento había convocado para remodelarla. Si en los años sesenta un mamotreto de cemento había ocupado la zona central de la plaza y había hecho circular el tráfico en torno a él, en los ochenta se convirtió en una explanada enlosada y con una fuente permanentemente apagada ante el riesgo de mojar a todos los transeúntes al más mínimo soplo de aire.

La búsqueda de una imagen que contentara a la mayoría de los ciudadanos animó al Gobierno local presidido por Javier Losada a convocar un concurso, al que finalmente se presentaron siete estudios de arquitectura. Cuando en octubre de 2006 se dieron a conocer las propuestas ya se anunció que una de ellas estaba descartada de antemano porque no solo superaba el presupuesto establecido, sino que lo duplicaba.

La cantidad que se había fijado para llevar a cabo esta iniciativa era de 1,62 millones de euros y en aquel momento se anunció que el objetivo era que las obras comenzaran en 2007 y que terminasen al año siguiente. Pero finalmente hubo que esperar a abril de 2008 para que se pusiera en marcha el proyecto, que no estuvo concluido hasta febrero de 2009.

Cuando se conocieron los diseños que se presentaron al concurso, el Ayuntamiento apenas proporcionó unos pocos datos sobre el contenido de cada uno de ellos. Una vez que el jurado dio a conocer su veredicto, el ganador fue el que llevaba el lema de Fases y que fue elaborado por el arquitecto José González-Cebrián Tello, quien planteó mantener la ubicación de la parada de los autobuses en la plaza, así como distribuir en su espacio palmeras, tamarindos y magnolios.

González-Cebrián había incluido en su proyecto la prolongación del túnel que recorre el subsuelo de la plaza para hacerlo salir al inicio de Juan Flórez, así como el traslado de la cafetería Manhattan a un extremo de este espacio y la instalación de un carril bus en San Andrés. El Gobierno local aprobó la parte de la propuesta que suponía la transformación estética de la plaza y dejó los cambios que afectaban a la circulación, incluida la reubicación de la cafetería, sometidos a un posterior estudio, aunque ya entonces anunció que en todo caso se realizarían en una fase posterior.

La indemnización que habría que abonar al concesionario del establecimiento hostelero y el coste de la ampliación del túnel hicieron desistir al Ayuntamiento de acometer esa segunda parte del proyecto, de la que solo se adoptó más tarde el carril bus en San Andrés, aunque desvinculado de esta actuación en la plaza.