Francisco Vázquez ya no se sentaba en octubre de 2006 en el sillón de la Alcaldía en el Palacio de María Pita, pero la larga sombra que proyectaban sobre la bancada socialista sus 23 años con la vara de la Alcaldía entre las manos se dejaba sentir aún. El rechazo a la asunción de A Coruña como el único oficial de la ciudad era quizás el rasgo más visible de la pervivencia del vazquismo, al que entonces los concejales del PSOE se resistían a renunciar.

Ni siquiera la desestimación del recurso presentado por el Ayuntamiento ante el Tribunal Supremo para evitar la eliminación del topónimo La Coruña echó atrás a los socialistas coruñeses. La presencia del PSOE en la Xunta junto con el BNG contribuyó a que intentaran mantenerse en sus trece, puesto que el conselleiro de Presidencia, José Luis Méndez Romeu, propuso que ante el revés judicial se fraguase un pacto entre todos los grupos del Parlamento gallego para hacer cooficiales tanto A Coruña como La Coruña o incluso, en una vuelta de tuerca más, transformar la denominación de la ciudad en Coruña, prescindiendo del artículo.

Pero las palabras de Méndez solo obtuvieron respuestas negativas por parte de PP y BNG. El jefe de filas de los conservadores, Alberto Núñez Feijóo, exigió a los socialistas que llegaran a un acuerdo entre ellos antes de hacer una propuesta al resto de formaciones, mientras que los nacionalistas rechazaron de forma rotunda la posibilidad planteada por Méndez Romeu y exigieron el cumplimiento estricto de la legalidad.

En el terreno de juego municipal, el alcalde, Javier Losada, se mostró ambiguo continuamente en aquellos meses sobre cuál debía ser el topónimo oficial de la ciudad, lo que favoreció los ataques contra su postura que efectuaban tanto el BNG, que reclamaba el uso en exclusiva de A Coruña, como el PP y los no adscritos de Fernando Rodríguez Corcoba, que apostaban por que se compartieran las denominaciones en gallego y en castellano.