Un polígono empresarial sin empresas. Esa es la paradoja a la que se enfrenta Vío después de que este martes la única compañía asentada en uno de sus solares, el grupo Caramelo, anunciase que echa al cierreCaramelocierre. La firma textil estrenó el suelo de este parque en marzo de 2015. Ahora se marcha apagando la luz, al no haber sido capaz en este tiempo de atraer nuevas actividades que pudiesen hacerle compañía.

De inversión privada a través de una concesión municipal, un modelo similar al de los aparcamientos públicos, el polígono de Vío, construido entre Pocomaco y la autopista AG-55, es propiedad al 50% del fundador del grupo de juego Comar, José Collazo, a través de Promotora de Viviendas Urbanas, y del empresario Manuel Jove, que también es el propietario mayoritario de Caramelo. Desde que comenzaron las obras de urbanización en 2006, los Gobiernos locales de la pasada década depositaron sus esperanzas en este parque empresarial de 680.000 metros cuadrados. El exalcalde Javier Losada lo había promocionado como la gran apuesta de la ciudad para evitar la fuga de empresas, aventurando la creación de más de 3.000 puestos de trabajo. Su predecesor, Francisco Vázquez, había pronosticado años antes que las parcelas se agotarían "en cuanto salieran a la venta".

Con la crisis económica como principal lastre prácticamente desde sus inicios, ninguna de las profecías de los regidores se transformó en hechos y Vío se consolidó como un desierto empresarial frecuentado, además de por los plumachos que lo habitan, por los vecinos aficionados a la moda de correr, ahora también conocida como running.

Tampoco logró resucitarlo el apoyo expreso ofrecido por la Administración pública. En 2013, la Autoridad Portuaria y el Gobierno municipal, entonces en manos del PP, firmaron con los propietarios del polígono un "protocolo" para convertir Vío en Zona de Actividades Logísticas (ZAL), esto es, una categoría que se le da al suelo para promover la instalación de actividades relacionadas con el tráfico de mercancías del puerto exterior. Los conservadores elevaron el potencial de Vío, cifrando en 10.000 el número de empleos directos e indirectos que podrían crear en este macrocomplejo. La apuesta por este parque privado se hizo a pesar de que, también cerca de punta Langosteira, se encuentra el polígono de Morás, promovido por la Xunta y también vacío.

La planta de Caramelo ocupaba una superficie de 4.249 metros cuadrados, menos de la mitad de los 10.500 permitidos como máximo. En el bajo se ubicaba el almacén industrial, vestuarios, comedor, aseos y oficinas. En la primera planta, más almacenes y aseos, además de salas de reuniones y de locales técnicos. La emblemática firma fundada en 1985 se había trasladado a este nuevo complejo después de dejar sus históricas instalaciones en el polígono de A Grela, que tuvo que abandonar tras haber acordado su entrega a Abanca como dación en pago para saldar su deuda con la entidad financiera, uno de sus mayores acreedores. La transacción formaba parte del pacto alcanzado en febrero de 2014 con las sociedades con las que mantenía deudas para superar el concurso de acreedores. Finalmente lo superó pero dos años más tarde ha tenido que claudicar de forma definitiva dejando Vío desierto.