El traslado de Repsol no está cumpliendo los plazos previstos. Informa de ello la propia energética que explica que "la complejidad administrativa y técnica del proyecto del poliducto ha dilatado el procedimiento más de lo previsto inicialmente". Fuentes de la refinería añaden que intentarán recuperar el ritmo pactado con el Puerto "durante la ejecución de las obras". El convenio firmado entre empresa y administración fijaba el 14 de abril de 2018 como fecha estimada para la culminación de la mudanza.

Con la exposición pública del proyecto, Repsol encara la recta final de la tramitación del poliducto, las canalizaciones para el transporte a la refinería de graneles que hasta el momento llegan al muelle de San Diego. En febrero de 2014, dos días antes de que finalizase el plazo para formalizar la petición, Repsol solicitaba la concesión de su traslado a punta Langosteira. En junio el Puerto publicaba el trámite de competencia y confirmaba el cronograma previsto en el convenio entre empresa y administración portuaria: comenzaría a operar en la dársena arteixana antes del 14 de abril de 2018.

Repsol explica que los trámites del poliducto van con demora sobre lo que calcularon pero asegura que intentarán recuperar la marcha cuando toque ejecutar los trabajos. "Existe una buena disposición y diligencia de todas las partes implicadas, si bien la complejidad administrativa y técnica del proyecto ha dilatado el procedimiento más de lo previsto inicialmente", reconocen fuentes de la energética. Por dicha complejidad manifiestan que no podrán ofrecer "plazos constructivos definitivos" hasta que no obtengan la totalidad de los permisos.

"No obstante, por parte de Repsol se pondrán todos los medios a su alcance para intentar recuperar en la medida de lo posible los plazos durante la ejecución de las obras", añaden las mismas fuentes, "lo verdaderamente importante es que ya se está trasladando al puerto exterior y que la obra se ejecute con todas las garantías medioambientales y de seguridad que conlleva una infraestructura de estas características".

En el convenio entre las partes, rubricado el 14 de octubre de 2013, se explicita que el plazo está "condicionado a la obtención de los permisos, licencias y autorizaciones necesarias tanto para las instalaciones del puerto exterior como en el poliducto que las une con la refinería, siempre y cuando los posibles retrasos no sean imputables a Repsol".

Sobre los plazos también se pronunciaba esta semana la Consellería de Industria, área de la Xunta de Galicia que centraliza la tramitación de todas las autorizaciones del poliducto. El departamento autonómico declaraba que los tiempos de avance dependerían en buena medida de las alegaciones que se presenten al proyecto, ya en periodo de exposición pública. El pasado junio, Repsol iniciaba las descargas en punta Langosteira con una carga de 4.700 toneladas de coque verde (el 5% de su actividad).

La primera fase, que tendría que cerrarse en abril de 2018, supone el traslado del 60% de sus tráficos. La concesión en la dársena será de 35 años. Repsol presentó en julio de 2015 ante la Consellería de Industria el documento ambiental del proyecto. En diciembre de 2015, el órgano ambiental emitió un informe en el que concluía que era necesario someter el proyecto de poliducto e instalaciones auxiliares al procedimiento de evaluación de impacto ambiental. Quedan varios pasos por dar. El primero, resolver las alegaciones y presentar el documento definitivo, que deberá obtener el visto bueno de Medio Ambiente y la correspondiente declaración de impacto ambiental. Una vez obtenido el dictamen favorable del órgano ambiental, el documento será remitido a Industria para que autorice el proyecto de ejecución y dicte la declaración de utilidad pública a efectos de la expropiación forzosa y el ejercicio de las servidumbres. Aprobadas las expropiaciones y el proyecto, Repsol podrá comenzar las obras, todavía sin plazo de ejecución estimado.

Según el convenio, una vez que se inicie la actividad de descarga de crudo y graneles sólidos, Repsol tendrá un año para abandonar el puerto interior y liberar la superficie de 26.397 metros cuadrados que ocupa, desmantelando las instalaciones allí existentes.