Es uno de los edificios a medio construir que posee en la ciudad el Sareb, el conocido banco malo, aunque no aparece en el portal digital de obras paradas a través del que pretende dar salida a estos esqueletos de hormigón. Escondido entre la ronda de Nelle y el parque de Santa Margarita, eleva sus cinco pisos sobre un solar que da a dos calles: Vistalegre y Cancela de Afora.

"Ya no es solo la obra, sino los desperfectos que hay a su alrededor", comenta una vecina mientras señala el estado de las aceras en la fachada de Vistalegre, totalmente destrozadas y llenas de baches. La historia de este edificio resume por sí sola el origen de la mayor parte de estos esqueletos de hormigón: un promotor que solicitó una licencia en los tiempos del boom del ladrillo y que, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, entró en concurso de acreedores dejando la obra a su suerte y desentendiéndose del solar. Habiéndose endeudado para levantar el bloque, finalmente ha pasado a manos del banco malo, la caja negra de los activos tóxicos de la banca española.

Los vecinos de la zona llevan años reclamando esta solución a este inmueble, algunos llevando el caso hasta los tribunales. El agua que se estanca en el suelo del solar los días de lluvia ha causado numerosos problemas de humedades a la viviendas negocios colindantes. Uno de ellos ha tenido que reforzar el grosor de la pared para evitar grietas y manchas en la pintura y ni aún así ha surtido efecto de todo.

Miguel Ángel García es el propietario de la comunidad de vecinos de uno de estos edificios afectados, más allá de las humedades, también destaca la inseguridad que han padecido los inquilinos de este inmueble como consecuencia de los robos sufridos en sus viviendas por parte de ladrones que lograban subir por la estructura y entrar en los pisos. "Dan a las terrazas, rompen el cristal y entran", asegura.

El inmueble no está tapiado y apenas tiene como barrera a su interior una valla de madera con varios tablones rotos desde los que ver el interior. "Aquí vive gente, cada vez mes, y por las noches hay veces que uno no se siente seguro", comenta Pilar, una vecina de una manzana próxima mientras pasea a su mascota.

La dimensión de este esqueleto de hormigón hace que sus filtraciones de agua afecten a varios edificios a la vez. Uno de reciente de construcción, el 23-25 de la calle Vistalegre, padece en sus sótanos las consecuencias de la falta de aislamiento en la obra parada. Nada más entrar, desprende olor a una humedad que también se hace visible en las paredes con manchas y pintura agrietadas. "Hablamos con el exalcalde Javier Losada, también con concejales de Carlos Negreira pero nadie ha dado solución", lamenta García.

Pero no todos los promotores de inmuebles a medio hacer han gestionado del mismo modo sus obras. En el barrio de Os Castros, en el número 4 de la calle Alcalde Casares Teijeiro, un inmueble de siete alturas y con licencia otorgada en 2007 sobresale en medio de dos edificios habitados. El cartel que luce en la fachada indica que la obra debería haber acabado en 2010. Su promotor había decidido poner en marcha la obra en la recta final del anterior Plan General de Ordenación Municipal, más permisivo en cuanto a alturas que el plan aprobado en 2013, que bajaba el número de pisos permitidos en calles tan estrechas como esta. Con el esqueleto ahora parado, algunas viviendas colindantes tuvieron inicialmente problemas de humedad, que finalmente lograron resolver con el promotor.