-¿Existe realmente una crisis de la cultura de la crianza de los hijos?

-Uno de los aspectos fundamentales de la jornada es entrar en el debate sobre esa cuestión. Lo que es cierto es que ha habido muchos cambios en la vida de los niños y en su crianza hasta los seis años por el control de natalidad y, sobre todo, por la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Hoy no se entiende la crianza sin llevar a los niños a cuidados alternativos o a escuelas infantiles, a lo que se une que los padres tampoco tienen las mismas condiciones ni la misma orientación para hacer esas tareas. Lo que vemos en las Unidades de Atención Temprana es que los padres tienen muchísimas dudas sobre alimentación, rutinas de sueño y sobre los límites que deben ponerse a los niños.

-¿Esas dudas parten de la inexperiencia o de un cambio de mentalidad con respecto a otras épocas?

-Hay un factor de inexperiencia porque los procedimientos de crianza estaban muy sedimentados desde el punto de vista cultural y las familias los recibían por medio de la cadena de abuelas a madres y de madres a hijas. Esa cadena ya no funciona igual porque las familias están desnuclearizadas y porque se han devaluado bastante esas tradiciones domésticas de cómo cuidar a los hijos, ya que han irrumpido muchos profesionales como médicos y pedagogos. La crisis de esta cultura puede ser porque estamos en una época de transición en la que como siempre hay cierta desorientación.

-¿Es cierto que hay miedo de los padres a tomar decisiones sobre sus hijos?

-Es normal que lo tengan, porque tienen muchas dudas y ya no tienen la fe que tenían antes en el consejo de las abuelas y tampoco en el consejo de los profesionales externos, que realmente a sus hijos los conocen poco. Creemos que los padres han perdido confianza en sí mismos, cuando esa confianza es fundamental porque lo que dan los padres no lo da nadie. Pero es muy difícil decir a los padres lo que tienen que hacer porque la función afectiva y de sostén que realizan no se puede sustituir.

-¿Esa falta de confianza se transmite a los hijos?

-Hay un pedagogo argentino que dice que hay una crisis de la cultura de crianza y habla de que una de las razones es que hay una cierta crisis del no, de los límites a los hijos. Los padres tienen muchas dudas sobre cuándo y cómo limitar a los hijos, y muchas veces compensan eso ofreciéndoles objetos, cuando realmente lo que necesitan los hijos es la presencia de los padres. Pero esa presencia está desvalorizada socialmente y además hay muchos problemas de conciliación porque la gente tiene que trabajar y la sociedad es bastante agresiva desde el punto de vista de las rutinas.

-¿Hay padres que renuncian de forma voluntaria a imponer normas a sus hijos?

-Sí, y probablemente lo hacen con la mejor voluntad creyendo que esa libertad va a ser favorable, pero los hijos para conseguir la seguridad afectiva y emocional necesitan límites. También puede deberse al problema de la responsabilidad, a no querer asumir la responsabilidad de ser adultos. No solo podemos achacar esto a los padres, porque para desarrollar sus tareas necesitan unas condiciones y muchas veces se olvida, porque en otros países hay suficientes escuelas infantiles, permisos para los padres, se equilibra el permiso de paternidad con el de maternidad... por lo que también hay responsabilidades por la parte social.

-Pero también hay padres que renuncian de forma voluntaria a la responsabilidad sobre sus hijos.

-Claro, pero eso es un principio de comodidad que quizás pueda darse en una familia monoparental y en la que cuando llega a casa no quiere embarcarse en dedicarle mucho tiempo a los rituales de relación con el hijo y le pone la televisión al hijo. No quiero justificar nada, pero también hay que entender las dificultades.

-¿Cuál puede llegar a ser la conducta de un niño al que se le dice sí a todo?

-A que tenga problemas de inclusividad, a que no sepa esperar, a tener problemas para aceptar la frustración y la posición de los demás. Es algo que se va labrando día a día sin darnos cuenta y luego puede darnos problemas.

-¿Son tan decisivos como se dice para la formación de un niño sus primeros años de vida?

-Son fundamentales. Muchas veces se le da mucha importancia al proceso de embarazo, que la tiene, pero realmente la etapa fundacional de una persona es la de los cero a los seis años porque ahí es donde se produce el milagro humano, el desarrollo personal y empezar a ser consciente de uno mismo. Si eso no se hace con adultos que cuiden y lo quieran a uno, es imposible. Por eso la familia tiene un papel fundamental dentro de la crianza y le corresponde al Estado proporcionar apoyos para que esos apoyos se puedan dar en buenas condiciones.

-Parece difícil pedirle al Estado un esfuerzo en este campo en tiempos de crisis.

-Pues lo que ocurre en Galicia y en Asturias es que tenemos el índice de natalidad más bajo de Europa. Y es también un problema de parentalidad, porque si los posibles nuevos padres no ven que el ejercicio de esa función pueda ser de disfrute y de poder compaginarlo con otras facetas de la vida, no se deciden a tener hijos. Y eso es un hecho social muy importante, Se habla estos días de la necesidad de un pacto por la educación, pero sería necesario antes uno por la crianza, ya que está demostrado que cuanto mejor es la educación infantil mejores resultados tienen los niños, por lo que es el momento en que la inversión es más rentable.

-Pero a la hora de la verdad nadie pone el dinero para eso.

-Habrá que seguir trabajando. Hay sociedades que tienen más conciencia que la nuestra sobre este tema, ya que los educadores infantiles en los países nórdicos es unos profesionales muy valorados y la función de ser padres también lo está, cuando aquí parece que es una cuestión privada.