La venta en 2001 de la Empresa Nacional Santa Bárbara, de la que formaba parte la fábrica de armas coruñesa, a la multinacional estadounidense General Dynamics fue anunciada por el Gobierno central de aquel momento como la solución a los problemas por los que atravesaba la compañía estatal. Pero cinco años después de aquella operación, el grupo de armamento padecía los mismos problemas y, en el caso de A Coruña, incluso agudizados ante la progresiva caída de la carga de trabajo.

Por eso, cuando en 2006 surgió el proyecto de que en la factoría se construyesen misiles, los trabajadores mostraron su respaldo total a esta iniciativa, ya que entendieron que podría reactivar la producción. "Nuestra intención es que haya carga suficiente de trabajo para mantener los puestos actuales con todas las garantías", manifestaba el entonces conselleiro de Industria, Fernando Blanco, sobre esta posibilidad, que para el presidente del comité de empresa, Roberto Teijido, "garantizaría el relevo generacional" en la empresa.

Meses atrás, la solución para la fábrica parecía estar en la elaboración de materiales para la industria aeronáutica, por lo que la Xunta prometió subvenciones para ese proyecto, que finalmente no llegó a cristalizar. Y lo mismo pasó finalmente con los misiles, puesto que nunca se incitó su producción pese a las numerosas noticias que generó esta propuesta.

La progresiva caída de la actividad en la fábrica derivó en la decisión de General Dynamics de cerrar las instalaciones en junio de 2013. Para ello ofertó a los trabajadores unas bajas incentivadas y prejubilaciones que aceptaron una parte de la plantilla, aunque 69 de ellos, liderados por los representantes sindicales de UGT, se opusieron a dejar la empresa pese a haber sido despedidos y mantuvieron hasta el último momento su rechazo al cierre de la planta, incluso con un encierro durante cuatro meses.

Su salida se produjo cuando el Gobierno prometió sacar a concurso la gestión de la fábrica por parte de otra empresa. Pero cuando en noviembre de 2014 volvió a abrirse la factoría tampoco se solucionaron los problemas. Ya antes de que el Ministerio de Defensa adjudicase a Hércules de Armamento la fábrica, los despedidos alertaron del riesgo que se corría con esa empresa y mostraron su preferencia por el proyecto del grupo IFFE. Desde entonces, se desconoce si la factoría ha elaborado algún producto y solo se sabe que los trabajadores, entre ellos antiguos empleados de General Dynamics, no cobran sus salarios.

Una firma madrileña, Mecanizados Escribano, participada por el Sultanato de Omán, sopesa ahora entrar en el capital de Hércules de Armamento para impulsar su producción, aunque no lo anunciará hasta el próximo mes.