Paloma Caneiro, de 48 años, entró por primera vez en la Universidade da Coruña hace 27. Su padre la llevaba a diario y la esperaba a la salida de las clases para darle de beber o llevarla al servicio. No tenía becas ni podía contar con la ayuda de sus profesores o compañeros. Estaba sola. Desde entonces la universidad cambió, pero asegura que queda "mucho por hacer". Caneiro sufre una parálisis cerebral que le impide moverse y, prácticamente, hablar. Con fuerza de voluntad y la ayuda de su padre se licenció en dos carreras -Relaciones Laborales y Derecho- y prepara un doctorado. También forma parte del equipo de investigadores que realizó un informe sobre integración en algunas universidades españolas. Anima a los discapacitados a "seguir luchando" para conseguir "una sociedad inclusiva".

-¿Cómo recuerda la época en la que empezó a estudiar en la universidad?

-No había ninguna ayuda, tenía que ser mi padre quien me trajese a la universidad. Me esperaba fuera durante las clases, y en los descansos entraba y me llevaba al baño, a beber, o a donde necesitase. Estudiaba con una grabadora, grababa las clases y luego las escuchaba. No fui al colegio, estudie en Radio ECCA, por la radio y escuchando cintas. Antes no había becas, ni asistentes personales. No había lo que hay ahora, tampoco los medios tecnológicos.

-¿Hay más formación?

-Un poco más que antes, sí. Antes no había ningún curso de formación y los profesores no ayudaban nada. Hoy debería de haber más cursos de formación para los profesores. El problema es que no son obligatorios y lo tendrían que ser porque está recogido en la legislación, en el artículo 24 de la convención de derechos de las personas con discapacidad.

-¿Los profesores carecen de la preparación necesaria?

-Ya no voy a clase, pero los profesores no tienen formación suficiente sobre las discapacidades porque hay de muchos tipos, físicas, psíquicas, sensoriales? Cada alumno tiene un aprendizaje distinto, incluso aunque tenga las mismas discapacidades que otro. Hay que tratar de diferentes formas a los alumnos en función de sus discapacidades.

-¿Qué carencias detectó el estudio sobre inclusión en la Universidade da Coruña?

-La inserción laboral y la formación y orientación preuniversitaria, como en todas las universidades. Carencias hay en todas, cada uno que saque sus propias conclusiones al leer el informe que hicimos. No queremos hacer un ranking.

-¿Con qué dificultades se encuentran a la hora de acceder al mercado laboral?

-Yo tengo muchas dificultades, tengo gran discapacidad, y nunca trabajé. Me gustaría haber trabajado de lo que estudié. Muchas veces son las entidades externas las que suplen esa falta de políticas de inserción laboral dentro de las universidades.

-¿Se necesitan más fondos públicos?

-Hay carencias económicas, pero tecnológicas, no. En esta universidad, no. Yo tengo una beca de la ONCE, del programa Oportunidad al Talento, para hacer el doctorado en Derecho Administrativo, pero llevo dos años y en noviembre se acaba. Solicité otra más pequeña a la Universidade da Coruña. Antes era mi padre el que corría con todos los gastos. Al principio no tenía beca ni ayuda ninguna.

-¿Qué porcentaje de alumnos con discapacidad hay en la UDC?

-En A Coruña habrá sobre 150. En España suele haber entre un 1% y un 2%, en relación al número de alumnos global. Hay que tener en cuenta que a veces hay discapacitados que no lo dicen porque sus discapacidades, como por ejemplo el síndrome de Asperger, no son visibles. Lo ocultan porque quieren ser iguales al resto.

-¿Cómo fue el trato con sus compañeros?

-Muy mal, en general. Cuando hice las carreras ningún compañero me ayudaba. No tenía amigos. En Relaciones Laborales un poco mejor que en Derecho porque hay gente mayor y te entienden más.

-¿Hay barreras arquitectónicas en la UDC?

-El otro día fui a una conferencia en el rectorado y tuve que quedarme delante del todo. No hay barreras físicas, pero sí incomodidades.

-¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en la inserción?

-Utilizo mucho un programa que habla por mí, reproduce los textos que escribo. También hay intérprete de signos, ordenadores, grabadoras de voz...

-¿Qué consejos les daría a los estudiantes discapacitados?

-Que sigan estudiando aunque tengan dificultades y que se quejen más. Yo saqué las fuerzas de mi padre. A veces las familias tienen miedo, inseguridad, por mandar a sus hijos con discapacidad a la universidad. Los sobreprotegen. No hay información suficiente, hay mucha carencia de información. A los padres les recomiendo que pidan información, así pierden el miedo que tienen.

-¿El miedo está justificado?

-Según, igual tienen que tenerlo a que el chico coja una depresión por sentirse diferente porque el profesor, a veces, no está preparado, y los compañeros, tampoco. Se avanzó mucho respecto a cuando yo empecé en la universidad en cuanto al ámbito metodológico, pero en cuanto a la inclusión social, no.

-¿Falta sensibilidad entre los compañeros?

-Pueden llegar a ser crueles porque si hay una fiesta o un viaje, no te incluyen. Mis compañeros nunca me decían nada. Cuando se acabó la carrera, igual. Organizaron una comida y no me invitaron. Será porque cada uno va a lo suyo. La formación ayuda, algunos tienen miedo a hablar con gente igual que yo. Tienen desconocimiento de las discapacidades y no saben tratar con ellas.

-¿Qué recomendaciones del estudio sobre inclusión deberían ser de obligado cumplimiento en las universidades?

-La formación de los profesores, que haya una asociación de estudiantes con discapacidad, promover la interacción de personas con discapacidad, participar en la vida universitaria como cualquier otro estudiante, deporte inclusivo, participar de la vida académica, en el claustro... Los discapacitados no nos sentimos incluidos, queda mucho por hacer. Se avanzó mucho, pero falta la inclusión social. Hay que seguir luchando si queremos una sociedad inclusiva. Tiene que seguir luchando la gente con discapacidad.