El departamento de Rexeneración Urbana cree que el listado de edificios protegidos del plan de Ciudad Vieja y Pescadería y el plan general se ha dejado en el camino algunos inmuebles o elementos. En el caso del casco histórico, consideran algunas ausencias "inexplicables". El área ha elaborado recientemente un documento marco en el que enumeran los posibles bienes culturales a proteger. En el caso del ámbito del Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri) del centro, propone blindar la atalaya de San Roque, el Museo de Arte Sacro y edificios residenciales.

El informe, elaborado por el jefe de Planeamiento, tiene por finalidad componer "una visión de conjunto del número y tipo de bienes" que son susceptibles de entrar en el catálogo, a través de modificaciones del PGOM o el Pepri dependiendo de su ubicación. Algunos cambios ya están en marcha. Por un lado, el pleno votará ya el lunes una primera remesa de una veintena de elementos como la lonja del Gran Sol, el edificio Citröen o el sistema de muelles de As Xubias. Por otro lado, el Concello encargará a una empresa la redacción de otra modificación, en la que además de engordar el catálogo de bienes protegidos del PGOM y el Pepri, tiene que incluir una normativa, por orden de la Xunta, para adaptar el planeamiento urbano a la normativa vigente sobre el Camino de Santiago.

En estos dos cambios no están todos los bienes del documento marco de Rexeneración Urbana, sino que la Concejalía apunta a decenas de ellos para su estudio. Es el caso de un centenar de casas ejemplos de arquitectura popular y testigos del nacimiento de barrios coruñeses como el Agra do Orzán, Atochas, Sagrada Familia, Os Mallos y A Falperra; y de algunas construcciones del centro histórico, donde señalan cuatro elementos.

El más llamativo sería el bautizado como "lágrima del Campo da Leña", la pequeña atalaya que funciona como cruce de caminos entre San Roque, la calle Hospital y la plaza de España, con diversos negocios en su interior, algunos cerrados, como el popular estudio de Foto Tonecho. Está levantada, casi en la misma posición, sobre los terrenos de la capilla de San Roque, desaparecida en los 40.

"La lágrima es una construcción que torna una dificultad orográfica en oportunidad para dotar a la ciudad de servicios", comenta el documento firmado el pasado noviembre por el jefe de Planeamiento, Óscar Luis Peña, que lo emparenta con otras dos construcciones: las escaleras de Santa Lucía, construidas décadas antes, y las arcadas de la playa de Riazor, del mismo año. Ambas están catalogadas. Hermana todas estas piezas porque en ellas conviven usos particulares y públicos, tienen estancias cerradas y a cielo abierto, y dan la posibilidad de que "cualquiera se asome al espacio público en una altura de balcón de planta noble".

Aunque parte de sus elementos originales están desfigurados (su diseño entronca con la tradición de los quioscos y servicios en la calle como parte del mobiliario urbano), esta construcción figura en el PGOM como parte del Sistema Viario Local, lo que puede condenarla en un futuro.

Dentro del casco histórico, los técnicos de Urbanismo creen necesario estudiar la protección del Museo de Arte Sacro de la Colegiata de Santa María, un coqueto rincón museístico al lado del templo, que alberga tesoros como la arqueta eucarística de plata donada por Doña María Ana de Neoburgo, que pernoctó en A Coruña con motivo de su enlace matrimonial con el último Austria, el rey Carlos II, en 1690. Construida en el número 23 de Puerta de Aires en 1990 por empeño del abad Rafael Taboada, fue encargada a Manuel Gallego Jorreto. Los técnicos creen que, por "la extraordinaria coherencia entre todos los elementos constitutivos de este inmueble, la protección más conveniente es la de nivel monumental o integral (I o II). "El enorme reconocimiento entre los círculos profesionales y académicos subrayan este alto nivel de protección", argumentan.

El tercer elemento que estudian añadir al catálogo del plan especial de Ciudad Vieja y Pescadería está en el número 3 de la travesía de San Andrés. Se trata de un inmueble de viviendas "de máxima singularidad". Según el informe, "es el último en pie con la tipología, tamaño y escala de los elementos que componen sus dependencias, propias del origen de las manzanas de la Pescadería Norte". Explican que son viviendas como esta las que definieron un tejido "marcadamente diferente" a la de los tejidos entre San Andrés y el arenal del puerto.

¿Cómo era esta malla urbana? Una "nube de viviendas marineras" que estaban dispuestas de manera irregular al tresbolillo (como una plantación de plantas alineadas pero con huecos entre ellas) para conseguir mejor soleamiento y protegerse las unas a las otras del viento. Con el tiempo, la disposición se hizo cada vez más tupida, llenando el espacio entre viviendas, componiendo una sucesión de manzanas casi cuadradas. Subsisten aún otros contados ejemplos de viviendas que remiten a dicho origen, prosigue el redactor del documento, como una sucesión de tres pequeñas casas en el Africano, pero consideran que la de la travesía de San Andrés es la que mejor deja ver características de su género, como su capacidad para irse ampliando.

La manzana de este inmueble, añaden, es la única que aún contiene todos los tipos edificatorios y los procedimientos de definición de la forma urbana que se dieron en Pescadería Norte. "Inexplicablemente esta edificación carece de catalogación alguna y consecuentemente de ningún tipo de protección", alertan los redactores del documento marco. El Pepri permitiría en el lugar una edificación de nueva planta, con bajo, dos plantas y ático. Sugieren protección estructural o el nivel ambiental más restrictivo.

Finalmente, en el documento marco de Urbanismo, los técnicos subrayan que el Pepri se ha olvidado también del conjunto de Riego de Agua formado por los números 30-32, un inmueble racionalista de la segunda mitad de la década de los treinta, que constituye "el único ejemplo de este tipo" en la "principal calle de exhibición arquitectónica de las fortunas burguesas de la segunda mitad del XX".

Sugieren incluirla en el catálogo, primero, por la "inusual calidad de los elementos más típicos de esta clase de arquitectura". Destacan la composición de la fachada que se integra en la planta baja "con una naturalidad y continuidad inusual". "Sin embargo, la mayor singularidad de este inmueble está en la forma de transgredir la identificación de línea de cornisa y remate de la elevación de un inmueble", concluyen. Otro motivo es el "perfecto estado de conservación de la totalidad de los componentes originales a la vista desde la calle". Esgrimen que en la calle San Roque hay otra edificación "análoga" que sí está protegida, a pesar de que tiene muchos más elementos alterados. Esta tiene protección IV, por lo que sostienen que el de Riego de Agua debería tener un nivel mayor (III).