La venta de La Solana y el hotel Finisterre lleva cocinándose durante años. Lo había intentado la Autoridad Portuaria en 2002 pero fue frenada por Puertos del Estado. La operación que quieren ejecutar ahora los responsables portuarios figuraba en las previsiones económicas de la entidad desde 2012, aunque no se hiciese pública hasta noviembre pasado. Ese mismo 2012, el Gobierno municipal de Carlos Negreira realizaba una serie de cambios en la redacción del nuevo Plan General de Ordenación Municipal (PGOM), cuyos trámites había dejado sin concluir el Ejecutivo anterior. No solo mutaba la calificación de la zona, pasando de equipamiento público a privado, sino que segregaba la parcela del hotel de los espacios libres, configurándola como un solar propio.

La calificación que se le daba en el plan general de 1998 y la aprobación inicial del nuevo PGOM en 2009 era la de "suelo dotacional público". Además de transformarlo en "suelo dotacional privado", el Ejecutivo de Carlos Negreira segregaba el solar del hotel Finisterre, indultándolo de la categoría de espacio libre. Figura en un anexo del documento que recoge "errores detectados" y que relata que el cambio se decidió tras una reunión con Xunta el 13 de abril de aquel mismo año. Dicho anexo está fechado en julio y en agosto se procedía a la aprobación provisional del documento.

El hotel quedaba así "excluido" del sistema general de espacios libres, esto es, del conjunto del plan general que agrupa a los parques urbanos públicos y áreas públicas destinadas al ocio cultural y recreativo, como parques deportivos, y otros recintos análogos, así como el dominio público marítimo-terrestre.

Tras detectar la modificación de 2012, el BNG calificaba la decisión de "cambiazo" y alertaba de una futura operación de venta y privatización del suelo. En 2014, cuando las instalaciones saltaban de manos y el Banco Pastor y sus otros propietarios lo vendían a dos empresarios, los nacionalistas renovaban sus alarmas sobre aquella modificación del plan general.

El portavoz nacionalista, Xosé Manuel Carril, alertaba tanto de la transformación de suelo dotacional público a privado como de la exclusión del hotel Finisterre, "configurándose como un solar propio" sin uso dotacional, eso es, obligatoriamente reservado para servicios (colegios, pabellones, centros de salud...). Carril señalaba que, de esta manera, incrementaba "exponencialmente su valor económico". Denunciaba que, detrás de todo, se escondía "realmente la preparación de una gran operación de venta de los terrenos".

El Gobierno de Carlos Negreira se negaba a vincular las modificaciones del plan general con esta venta y lo reducía a un tema legal, dando libertad a la Autoridad Portuaria como propietaria del suelo: "Es la calificación que le corresponde legalmente, si fuera una calificación de suelo dotacional público el Concello tendría que expropiarlo en cinco años, es un bien patrimonial de la Autoridad Portuaria y no es dominio público". El Puerto calificaba de "absurdo" que el BNG vinculase el traspaso de la concesión con una futura operación de venta. Eso sí, ni confirmaba ni desmentía si realmente tenían planes futuros para una zona que antaño fue de acceso libre para el ciudadano. Los nacionalistas acusaban al Concello de engañar a los vecinos y explicaban que si el solar fuese público no tendría que expropiarse sino que el Puerto lo podría ceder gratuitamente, tal y como figuraba en la ley.

La Solana nació como espacio para la práctica deportiva en el franquismo y los propios impulsores de las instalaciones decidieron ampliarlas unos años más tarde con un hotel, desarrollos de los años cuarenta que contarían con el aplauso y las facilidades por parte de los responsables del Puerto. En los años sesenta se ocuparía una parte de la playa de O Parrote, consumando el actual confinamiento de esta zona emblemática del litoral, que ahora pretende subastar la Autoridad Portuaria por diez millones de euros para hacer frente a la deuda contraída por el puerto exterior e ignorando la oferta municipal para adquirir La Solana.