-¿Es habitual que un ayuntamiento tenga que encargarse de adecuar el entorno de una carretera cuya reforma acometerá el Ministerio de Fomento?

-No lo sé con seguridad, pero lo normal es que la urbanización de los bordes la haga el ministerio, aunque la que pretendía realizar era como si fuese una autopista, porque ellos construyen una carretera y, lógicamente, hacen la urbanización del entorno como si se tratara de eso y no como una calle o una avenida. Cuando el Concello se encontró eso encima de la mesa dijo que quería intervenir para decidir cómo serían los bordes. El acuerdo al que se llegó es que la urbanización la pagará el ministerio pero quien tomará las decisiones importantes será el Concello porque es el principal afectado por lo que se haga ahí.

-¿No es sorprendente que hasta ahora nadie se haya preocupado por mejorar esos bordes de la avenida?

-Claro, pero hay que pensar que muchas de esas zonas son zonas urbanizables, como sucede en San Vicente de Elviña y O Foxo, frente al parque ofimático, llevan siendo urbanizables como mínimo de 1985 y no tienen ni alcantarillado porque están a la expectativa de que se construya en ellas. Por eso tampoco tiene ni aceras, al igual que todas las calles que salen a Alfonso Molina, como la carretera de los Maristas o las calles Ginebra y Penarredonda, que son atravesadas por peatones todos los días y además de aceras tampoco tienen iluminación. Toda la gente de Palavea que trabaja en las casas de A Zapateira tiene que subir por la calle Penarredonda, que casi no tiene ni espacio para los coches y no tiene ni cuneta. Está todo manga por hombro porque aquí siempre hubo la idea de que el centro era lo que importaba. Hace tres años hubo un concurso para reformar La Rosaleda de Méndez Núñez, pero ¿qué problema suponía La Rosaleda al lado de que haya gente que no tiene aceras ni alcantarillado?

-Un aspecto que destaca el Plan de Urbanidad es que no se puede salir andando de Palavea.

-Eso es posible por esa dialéctica entre centro y periferia. Por desgracia, lo que ha sido siempre prioritario es el centro, que es donde se han concentrado los esfuerzos municipales. Hemos metido dinero para cosas no necesarias, sino simbólicas o atrayentes de flujos turísticos y no en solucionar problemas de ciudadanos que eran tratados como de segunda porque no tienen las mínimas condiciones de accesibilidad, que es un derecho básico.

-En el plan se hace mención a la mejora de la movilidad. ¿Será posible con las actuaciones que proponen?

-Si hay voluntad política, desde luego que es posible. Y con la mínima voluntad que haya se va a poder mejorar la situación. Hay que pensar en detalles como en los pasos de cebra de la calle Ginebra o de Elviña, que están situados siempre hacia el interior para no molestar al tráfico, aunque la gente no cruza por ellos para no dar un rodeo porque tiene una visibilidad perfecta. Cambiar pequeños detalles como ese hasta otros de mayor calado como construir una senda peatonal pegada al talud de O Foxo para que los vecinos puedan llegar andando a Matogrande son cosas que se pueden hacer. Supongo que ahora habrá una negociación con los ingenieros del ministerio, que es quien está haciendo la propuesta definitiva, para ver hasta dónde se puede llegar.

-¿Cómo es posible que no se previeran más pasos entre el ofimático y Elviña?

-Se había proyectado un viaducto que era una barbaridad y que se cargaba parte de Elviña. Nos reunimos con todas las asociaciones de vecinos de la zona y las cooperativas del ofimático, que temen tener problemas para salir del barrio, y en el documento hemos propuesto urbanizar la carretera de los Maristas, que además ahora se bloquea muchas veces a la hora de salida del colegio y no tiene ni aceras para los vecinos. La avenida será mejor si los vecinos de la avenida viven mejor ahí, por lo que intentamos introducir intervenciones en todos los barrios de alrededor.

-Pero todas las actuaciones realizadas hasta ahora se centraron en aumentar la capacidad para acoger más tráfico.

-Desde que se abrió la avenida en 1957, la progresión histórica que se ve en las fotografías es alucinante, ya que antes tenía árboles y con gente alrededor, y ver como se fue transformando es tremendo. Por eso el Concello se inmiscuye en esto, aunque otro tipo de Concello miraría para otro lado, el ministerio haría su obra y después se encontraría con el problema de ver dónde metería las pasarelas y los caminos peatonales con la obra terminada. Lo que se trata de es conseguir un reequilibrio, porque parece que la avenida es un sitio donde solo tienen legitimidad los conductores como único agente social reconocido. Pero hay que entender que es un sitio poblado también por los peatones y los vecinos.

-¿Hasta qué punto se podrá conseguir otra imagen de la avenida con las actuaciones ambientales?

-Hay intervenciones de muchos tipos, como la del cambio del césped por las praderas, ya que el primero no se puede pisar y optamos por introducir formas de jardinería más avanzadas que parecen más lógico. También proponemos repensar el antiguo cauce del río Mesoiro que pasa por la parcela de Louzao y el parque de al lado, en donde se podrían introducir fórmulas para que los futuros desarrollos lo recuperen. Otra propuesta es que los terrenos abandonados de origen rural existentes en O Foxo tengan un uso agrícola o mantengan su estructura mediante la vegetación. También se plantea actuar contra los plumachos, que abundan en los terrenos en obras alrededor de Alfonso Molina porque llegaron a Galicia a través de la urbanización de la AP-9. Otra propuesta son los pasos para la fauna, en los que una parte de la prensa se quiso centrar para criticar el proyecto que introdujimos después de hablar con personas que están haciendo el Mapa de Biodiversidad del Concello, que nos dijeron que si no costaban mucho se podrían incorporar.

-¿Le duele que las críticas al plan se hayan efectuado únicamente sobre ese asunto?

-Cuando se trabaja en algo mucho tiempo y solo se critica eso, fastidia, pero lo entendemos como parte del negocio político de la ciudad, que era el esperable.

-¿Habrá en Alfonso Molina el tráfico de bicicletas que justifique la construcción de carriles bici?

-No lo podemos saber, pero la política municipal, incluso la del anterior Gobierno local al menos sobre el papel, es de potenciar modelos de movilidad alternativos como la bicicleta. Al principio no pensábamos poner carril bici en la avenida, pero después de muchas reuniones con los vecinos vimos que era una tontería no aprovechar esta oportunidad. El carril bici se ha ido haciendo en la ciudad por tramos que han quedado aislados y pensamos en por qué desaprovechar la ocasión en una obra de esta envergadura para continuar hasta Palavea el carril que llega hasta la Universidad, aunque no va exactamente por la avenida en todo su trazado.

-¿Cuál es el punto de Alfonso Molina sobre el que han trabajado que sea más problemático?

-Hicimos un estudio sobre todos los recorridos peatonales informales que se realizan en la avenida y hay muchos longitudinales en los que la gente va por el arcén porque no hay aceras. Pero en los transversales hay tres puntos que en realidad son para vehículos y que la gente los usa para caminar, que son la avenida García Sabell, con un flujo importantísimo entre Matogrande y la Universidad, la avenida de San Cristóbal, que impide ir andando hasta A Grela, y Palavea , donde la gente cruza hasta la parada del bus por la salida de la autopista y la incorporación a la misma para no dar un rodeo tremendo. Son cruces con visibilidad adecuada en los que colocar un paso de cebra no cuesta nada.