La obra que Mozart estrenaba en la Viena de 1791 pocos meses antes de su muerte, La flauta mágica, regresará esta tarde a las 18.00 horas al Teatro Colón en forma de ópera infantil. De la mano de la compañía Ferro Teatro, una productora especializada en lírica para niños, las aventuras del príncipe Tamino y su compañero Papageno acercarán a los más pequeños de forma sencilla y divertida arias tan populares como la de Tamino o la de la Reina de la Noche.

-¿La ópera es un género para niños?

-A mi juicio sí, se les puede inculcar la ópera desde muy pequeños. Nosotros llevamos muchos años trabajando en este género. Si se hace bien y se tiene en cuenta la psicología del niño y los estímulos musicales y de colores, la ópera para niños funciona.

-También emplean otros incentivos, como la interacción.

-Sí, la ruptura de la cuarta pared es muy importante para hacer llegar la ópera a los niños. Queremos que esa interacción desde el minuto cero sea uno de nuestras señas de identidad, que los actores descubran a los niños que están en el patio de butacas y asuman que no son espectadores, sino personas que están ahí para ayudar como un personaje más de la trama. De hecho, en muchos de los espectáculos que tenemos, los niños son los precursores de la resolución del conflicto.

-Este está basado en La flauta mágica de Mozart, ¿qué aspectos han cambiado respecto a la obra original?

-La flauta mágica original es un poco difusa para el nivel cognitivo de los niños, por eso tuve que cortar varias partes del texto y omitir muchos personajes superfluos. En la música también simplifiqué lo máximo posible, escogiendo los números más representativos: el aria de Papageno, el de Tamino, el de la Reina de la Noche? Todos traducidos del alemán.

-El resultado es una obra de aventuras, con todos los elementos de un buen cuento: hay un príncipe, una princesa, un acompañante de aventuras? ¿Cuál prefieren los niños?

-Sin duda al Papageno [se ríe]. Es el conductor de la trama, aunque es un tipo bastante cobardica que se escaquea en cuanto puede, igual que el príncipe, que también es un turulato. Es la forma en la trabajamos en nuestras versiones. Huimos de los estereotipos, jugamos al antihéroe y rompemos con el sexismo. Pamina es una princesa muy loca, Tamino es el antipríncipe? Pero los niños se quedan con su acompañante, Papageno, que en el fondo es su compañero de juegos.

-Todo Papageno tiene su Papagena, ¿cómo es su participación en la obra?

-Hago de Papagena, pero también de la Reina de la Noche, en forma de títere. Papagena es muy divertida de hacer, pero la Reina de la Noche para mí es la mejor, porque tiene la sartén por el mango. Pero es malvada, y al final la luz siempre prevalece sobre la oscuridad.

-La Reina de la Noche ocupa el rol de mujer malvada y Pamina el de princesa en apuros, dos estereotipos muy clásicos, ¿cómo los rompen en su versión?

-Al coger textos clásicos, no puedo evitar que haya ciertos preceptos que ya estén establecidos, como que la princesa tenga que ser salvada por el príncipe. Sin embargo, me tomo pequeñas licencias para hacer que Pamina no sea la típica princesa que está esperando plácidamente ser salvada mientras sufre en silencio. Desde el primer momento trata de zafarse de su destino y, aunque Tamino no hubiese ido a su rescate, ella habría logrado huir. Es un personaje muy fuerte.

-Esta ruptura de estereotipos es una de las cosas que difundís, ¿qué otros valores aprenden los niños con La flauta mágica?

-Sobre todo el amor por la música clásica. La flauta mágica les enseña que la ópera no es una cosa aburrida, sino una fuente de imaginación e interés, y también que está en su mano ser dueños de su futuro, como hace Pamina.