Los propietarios de vehículos eléctricos que se acerquen a alguno de los siete puntos de recarga que el Concello tiene distribuidos por la ciudad se llevarán una sorpresa poco agradable cuando intenten alimentar su batería: ninguno funciona. Inaugurados en 2011 a bombo y platillo por el Gobierno municipal y con subvención de la Xunta, estas gasolineras eléctricas -que en total cuentan con 30 enchufes de carga- permanecen desde hace meses totalmente inoperativas, integradas como atrezzo en el paisaje urbano de la ciudad.

El sistema, pensado para automóviles 100% eléctricos y no para los híbridos, funcionó hasta 2014, año en que quebró la compañía viguesa encargada de la fabricación y el mantenimiento de la red, BlueMobility Systems. La concesión con Gas Natural- Fenosa, la empresa encargada de dar abastecimiento eléctrico, finalizó en 2015 y el servicio no se volvió a renovar, por lo que estas electrolineras carecen actualmente de conexión con la red. La web municipal, sin embargo, obvia este importante detalle e informa del procedimiento a seguir para hacer uso del sistema como si estuviese en activo.

Estos puntos de carga -todavía visibles en la Torre de Hércules, calle de La Torre, Hospital, Galileo Galilei, Enrique Mariñas, Coliseum y Cuesta de la Palloza- se instalaron con el objetivo de promocionar el uso de vehículos eléctricos. Poco éxito tuvieron. Seis años más tarde, la Concejalía de Mobilidade Sostible solo tiene registrados en A Coruña 52 vehículos eléctricos (un 0,04% del total), de los cuales 13 pertenecen al Concello. De los 39 privados restantes, 12 son motocicletas y cuatro ciclomotores.

"Nunca se ve a nadie. Como mucho, alguien intenta cargar una vez cada año y medio", comenta una de las trabajadoras de atención al turista de la oficina de la Torre mientras mira los puntos de carga situados a pocos metros. Allí, las tapas de los enchufes están cubiertas de telas de araña y la pantalla electrónica, desde la que se debería introducir el código de la tarjeta de usuario para poder realizar la carga de la batería, directamente no enciende.

En la calle Hospital, junto a la parada de taxis de la plaza de España, los cargadores siguen presentes pero la pantalla para gestionar la recarga hace tiempo que se ha retirado. José Manuel, taxista desde hace más de seis años, dice no haber visto nunca a nadie cargando en estos puestos y desconoce siquiera si funcionan. "Yo estaba pensando en comprar un coche eléctrico pero si no hay donde cargarlo no se puede", asegura.

Juan Antonio Sánchez-Morate, vecino de Culleredo, adquirió el pasado seis de febrero su primer vehículo 100% eléctrico, un Nissan Leaf. Aunque describe la experiencia con su nuevo automóvil como "maravillosa", reconoce que la ausencia de una red de cargadores en la ciudad dificulta la autonomía del coche. "En ir y venir de Fene se me acaba la batería", señala para ilustrar el aguante de su carga. En su comunidad de vecinos, instaló un cargador específico para su coche, en el que tuvo que invertir 2.000 euros. Cargar la batería al completo supone un tiempo de espera de 10 o 15 horas.

Fuera de su domicilio, las únicas alternativas de carga con que cuenta en A Coruña son un enchufe en su concesionario y otro punto de carga de El Corte Inglés de Marineda City, donde la recarga es gratuita. "Si voy a hacer unas compras y pasó la mañana por allí, dejó el coche cargando y se me llena el 30% de la batería", asegura.

Consultada por este diario sobre la situación de la red municipal de recarga para coches eléctricos, la Concejalía de Mobilidade Sostible asegura tener la intención de volver a poner en funcionamiento algunos de estos puestos, habiendo hecho antes una auditoría del estado en que se encuentra cada uno de los terminales, para realizar un análisis y un recálculo de cuántos son realmente necesarios.

Sánchez-Morate asegura que, aunque todavía son una minoría, cada vez son más los conductores que apuestan por un coche de este tipo. "Ahora me fijo más y ya se comienzan a ver algunos BMW I3, por ejemplo". El hecho de que en la web municipal no se informe de que la inoperatividad del sistema supone un riesgo, a su juicio, para aquellos viajeros que tengan previsto hacer escala en A Coruña y, al llegar a una electrolinera, se den cuenta de que en realidad no funciona. "Si vienes muy justo, te quedas tirado", alerta.