Cuando en marzo de 2007 el entonces presidente de la Autoridad Portuaria, Macario Fernández Alonso, vaticinó que ese mismo año se podría adjudicar la construcción de edificios en los muelles de la Batería y Calvo Sotelo, el puerto exterior todavía se encontraba en obras y aún lejos de poder entrar en servicio. De hecho, los primeros barcos llegaron a punta Langosteira en 2012, cinco años después, y ese debía haber sido el punto de partida para que se urbanizaran los terrenos portuarios que quedaran libres en la ciudad, pero en aquel momento la situación económica había cambiado de forma radical.

Y es que en 2007 el sector inmobiliario navegaba con viento en popa y ya eran varios los proyectos que se preparaban para los muelles más céntricos. Pero esta operación hacía necesario modificar los convenios de 2004 mediante los que se puso en marcha el puerto exterior, ya que establecían que la venta de los muelles no podría hacerse antes de que Langosteira estuviese terminado.

Ese condicionante no fue óbice para que Fernández-Alonso anunciase en marzo que en tan solo "seis u ocho meses" se adjudicarían concesiones para uno o dos edificios de oficinas en Batería y Calvo Sotelo. El presidente del Puerto confiaba en que cristalizara el acto que solo unos días antes habían alcanzado Ayuntamiento, Xunta y Gobierno central para adelantar "en lo posible" los plazos establecidos para que se pudiesen urbanizar los muelles.

El objetivo de la Autoridad Portuaria era conseguir cuanto antes fondos para financiar las obras del puerto exterior y evitar problemas que ahora se están padeciendo, a pesar de que en aquel momento no se preveía que el coste de la infraestructura se disparase y que fuese necesario solicitar un crédito suplementario a Puertos del Estado.

Las autoridades previeron incluso entonces que el proyecto La ciudad del mar, que había diseñado Joan Busquets para el litoral coruñés, se ejecutara en dos fases hasta 2015, pero en 2008 comenzaron los embates de la crisis y todas las iniciativas de gran calado ideadas en los tiempos de bonanza fueron borradas de un plumazo.

Los proyectos inmobiliarios para Batería y Calvo Sotelo que se previeron en 2007 también acabaron arrastrados por este vendaval.