Mientras edificios históricos de su entorno, como la famosa iglesia neogótica de los jesuitas que estaba justo enfrente, han caído bajo la piqueta, la sucursal del Banco de España cumplirá 91 años el mes que viene y además mostrará todo su esplendor el próximo mes de septiembre, cuando finalice unas de las rehabilitaciones más completas que registra este inmueble en décadas y que acaba de comenzar hace unas semanas.

Las obras de restauración de este emblemático edificio se licitaron el año pasado y se adjudicaron a la empresa Copcisa por 352.409 euros (IVA no incluido). La sobria belleza y robustez de este inmueble de piedra está ahora totalmente oculta por andamios y lonas. "Se va a hacer una limpieza de toda la fachada, sucia por el deterioro de la piedra y la contaminación durante estos años. En la parte superior de la fachada además existen unas tallas en las que ya se habían empezado a abrir unas grietas", explica el director de la sucursal del Banco de España en A Coruña (única para toda Galicia), Roberto Filgueira.

Las primeras oficinas del banco, en alquiler, estuvieron en el número 29 de la calle Riego de Agua y el 24 de abril de 1926 se inauguró la actual sede en el número 16 de la calle Durán Loriga. El arquitecto José Astiz diseñó un edificio exento de planta simétrica, muy clásico y austero, y una imagen exterior que da la sensación, muy apropiada en un banco, de ser inexpugnable. Se levantó con piedra, maderas de primera calidad e hierro forjado en todas sus ventanas de la planta baja y el semisótano y también en la verja que protege el jardín delantero.

La rehabilitación que acaba de comenzar no solo servirá para limpiar la fachada sino también para "recuperar la configuración original" del inmueble. "A principios de los años ochenta se construyó en la azotea una especie de ático, una vivienda y también con una parte de almacén. Ese añadido se va a demoler. De hecho ya se derribó todo el interior, solo quedan las paredes y el tejado. Presentamos el proyecto al Ayuntamiento, porque es un inmueble protegido, con protección integral, y les gustó", subraya Roberto Filgueira. Ese añadido apenas es visible desde la calle, es un cuerpo rectangular con cubierta de uralita que da a la calle Alameda.

El proyecto de rehabilitación incluye la conservación del cuarto torreón del banco, aunque es moderno, ejecutado también en los ochenta, al mismo tiempo que ese ático. Tras conversaciones entre técnicos, se llegó al acuerdo de conservar esa cuarta torre "por simetría", al quedar así una en cada esquina del inmueble, según Filgueira. Con este derribo el banco recuperará su diseño original. Después toda la cubierta recibirá una impermeabilización.

Esta rehabilitación se suma a otras intervenciones que se han realizado también en los últimos años en este edificio que tiene la singularidad de que distribuye dinero en efectivo a toda la comunidad autónoma. En 2015 se rehabilitó la vidriera artística del lucernario, donde figura el escudo monárquico de Alfonso XIII. El arreglo lo hizo Azpilcueta, un artesano de vidrio emplomado de Carballo que también reparó las vidrieras de Correos, el Muncyt y el Palacio de Justicia. Este lucernario es visible en la entrada, está en la zona pública, donde están las ventanillas.

De forma casi simultánea se hizo también la renovación de las instalaciones, con partes que aún eran de los años veinte. Se cambiaron las bajantes de aguas pluviales y residuales, la instalación eléctrica... Se cambió también el suelo, de madera muy deteriorada por los años, además de pintar de blanco el interior para dar más luz. "El interior se ha adaptado a las nuevas necesidades del trabajo pero es todo reversible, son mamparas que se pueden quitar en cualquier momento, no se tocada para nada el edificio, su estructura, no se ha modificado", recalca el director.

Con el paso del tiempo el inmueble también ha tenido que adaptarse a la normativa de accesibilidad (hace unos años se construyó la rampa y la plataforma) y a las necesidades propias de la actividad del Banco de España y su necesidad de seguridad. En 2007 se construyó en la parte trasera un anexo, de diseño totalmente moderno, sin ventanas, opaco, que se comunica con la construcción principal, la histórica, por un pasillo acristalado.

El manejo de dinero en esta construcción ha obligado a acometer obras de seguridad, la primera ya en 1934, y otras en años posteriores, como cristales y puertas de seguridad. En la entrada, bajo la vidriera, puede verse mobiliario de época, aunque no todo es de la sede coruñesa, sino también recuperado de otras que se cerraron hace años.

Fuerte seguridad

Al entrar en el Banco de España, tras subir la escalinata, da la sensación de que apenas hay seguridad. Pero dentro está presente la Guardia Civil, solo en la entrada hay una decena de cámaras, y antes de acceder al interior los bolsos tienen que pasar por un escáner. Son medidas de seguridad muy importantes pero al mismo tiempo, casi invisibles. También las cámaras de vigilancia rodean los cuatro costados del exterior.

En todos estos años el Banco de España no ha sufrido percances de seguridad, aunque sí algún accidente imprevisto. En la tarde del Corpus Christi de 1953 en A Coruña coincidió una fuerte tormenta con una gran pleamar y se inundaron las dependencias. Los empleados tuvieron que abrir la caja reservada para salvaguardar sus valiosos efectos.

Esta construcción con fachadas a la calle Durán Loriga, Alameda y Juana de Vega, cuenta con 2.736 metros cuadrados construidos. El sótano y la primera planta tienen unos 750 metros cuadrados y las dos plantas superiores unos 617 cada una de ellas.

Estas dos últimas plantas tienen la singularidad de haber sido las dependencias de los empleados, los ordenanzas del banco, y del director. Hoy en día la segunda planta está desocupada, ya no existen los ordenanzas, pero el director sí reside en el inmueble, una peculiaridad histórica que se da también en otras sucursales.

La escalera de mármol que da acceso a las viviendas también se conserva en su integridad. Los torreones de cada esquina del inmueble se usaron en su día para poner a secar la colada.