Son detalles que ni un visitante casual podría pasar por alto: butacas con tapices destrozados, escenarios de suelos chirriantes, grietas en las paredes y mala acústica. Con todo ello se ven obligados a convivir los músicos que acuden al Palacio de la Ópera, y que ahora, abanderados por el director de la Orquesta Sinfónica de Galicia, Dima Slobodeniouk, exigen el "arreglo global" de un edificio "a punto de colapsarse".

- Las quejas por el mal estado del Palacio de la Ópera

-Es que hay problemas básicos, ya simplemente como espacio de trabajo. Los músicos no tienen espacios acondicionados para cambiarse de cara a los conciertos, ni un lugar apropiado donde poner sus instrumentos. Llegan y los dejan en una mesa detrás del escenario, porque si usaran el almacén se oxidarían con la humedad. El agua también es otro problema. No me lavo las manos con la del camerino, porque a menudo sale marrón, y lo mismo sucede en otras habitaciones. Y está la seguridad, que también es un problema grave.

- ¿Por qué?

-Han robado instrumentos, y hay una falta de control de accesos muy importante. También hay problemas estructurales. La parte de la orquesta está encima de un foso muy fino, sujeto por varillas, que es muy peligroso. Es un milagro que no se haya roto todavía. Además, muy a menudo, cuando hay un solista al lado del director y se mueve, suena el suelo.

- ¿Cómo afecta a la Sinfónica?

-De muchos modos. Perdemos tiempo en cosas en las que no deberíamos perderlo. Estamos peleando con el edificio todo el rato. Por esto y por las características acústicas del auditorio. Se llama a esto Palacio de la Ópera, pero en la práctica no es de la Ópera, y apenas es un palacio. Acústicamente no funciona, porque no se hizo para ser una sala de conciertos. De hecho, en el escenario hay dos problemas: no hay nada sobre nosotros, ni nada bajo nosotros. El sonido de la orquesta debería ir hacia la audiencia, pero el nuestro se pierde arriba y abajo. Ni siquiera nosotros nos oímos. Cuando estoy a la derecha y alguien me habla desde el centro, no entiendo nada. Perdemos horas y horas cada semana con esta cuestión, porque la forma del edificio debería ser justo la opuesta.

- Eso es difícil de solucionar.

-Pero hay sitios en los que se ha hecho. El estudio de la Radio Orchestra era un desastre, y lo que hicieron fue dejar las paredes y reconstruir el interior, así que hay un nuevo estudio dentro. Esa es una solución. Construir un nuevo edificio en A Coruña no lo sé, pero hacer algo dentro de estas paredes es posible. En el Palacio hay mucho espacio que no utilizamos nunca y que podría aprovecharse.

- ¿Han hablado ese proyecto con el Ayuntamiento coruñés o la empresa que gestiona el Palacio, Comar?

-Todas las partes conocen estos problemas, y ahora se está buscando una solución. Con la concesionaria estamos constantemente en contacto porque tenemos el alquiler de la sala, pero la decisión, la evaluación de qué se debe hacer, depende del Ayuntamiento, que es al final quien garantiza que una concesión se cumpla o no. Pero todo esto lo saben todos desde hace 20 años, porque es muy obvio. No es el capricho de tres o cuatro músicos que dicen "oye, yo quiero un camerino con grifería dorada". Es un espacio que está por debajo de los mínimos.

- Veinte años son muchos, ¿por qué han decidido comenzar ahora con las reivindicaciones?

-Se agotó la paciencia. El deterioro, si no se toman medidas, va empeorando. La situación era mala hace 10 años, ahora es muy mala, y dentro de dos años va a ser desastrosa. Uno de los problemas más visibles es el de las butacas. Se están rompiendo todas a la vez, y lo que hace cuatro años era un pequeño agujero, ahora es enorme. Hay muchas en las que ya no te puedes ni sentar, es una vergüenza. Tampoco hay control de temperatura en el edifico, lo que resiente la afinación de los instrumentos. Los músicos que vienen aquí deberían ser capaces de hacer su mejor actuación, ese es el deseo de la orquesta, cuyo nivel es uno de los mayores de Europa. Si este fuera otro país, donde la gente no fuera tan flexible y paciente como en España, a lo mejor el conjunto se habría ido directamente.

- ¿Este traslado, es una opción real?

-No. Tenemos 1.800 abonados y es una orquesta sinfónica grande que necesita un espacio amplio, con lo cual? Podríamos ir a Santiago o a Vigo, pero se tiene que encontrar una solución. La gente que nos apoya en A Coruña no sabe cómo podría llegar a sonar esta orquesta si tocáramos en una sala apropiada.

- Los músicos se quejarán, ¿se queja también la audiencia de la OSG?

-Sí, muchos se quejan y nos envían reclamaciones, aunque también es cierto que los abonados han sido muy pacientes. Todo el mundo se ha acostumbrado a una situación anómala. La semana pasada estaba aquí la mujer del director Jesús López Cobos, y dijo que ni en un cine de tercera de Alemania había unas butacas tan rotas.

- ¿Por qué cree que se ha descuidado durante tanto tiempo?

-No sé, no hay excusa para estos años de dejadez. Una casa necesita trabajo, casi cada día hay que hacer pequeñas cosas, porque si no se cae. Y en esta no se ha hecho nada, así que ahora está a punto de colapsarse. En lugar de invertir un poco cada vez e ir arreglándola, han llegado al punto, obviamente para ahorrar dinero, de que sea necesario reconstruir el edificio. No cuidaron esta casa porque no era la suya, era solo "una casa" que ellos alquilaban. Si fuera su propia casa, esto no habría pasado.