Un banco corrido de 300 metros de longitud, con pequeños huecos para permitir el paso hacia el cantil del muelle y con otros de mayor tamaño para el acceso a las escaleras usadas para abordar las embarcaciones, es la solución diseñada por el Concello para evitar nuevos accidentes en la dársena de la Marina. Tras la muerte de dos personas durante el mes pasado al caer al agua de madrugada, el Gobierno local optó por mejorar la seguridad en la explanada mediante la colocación de una barrera que alerte a los viandantes sobre la proximidad del borde del muelle.

En lugar de una barandilla a lo largo del cantil, que tendría un impacto estético considerable, los técnicos aconsejaron la instalación de un banco de piedra a tres metros de distancia del borde del muelle en dos de sus tramos, el que va del edificio del Náutico a la parte posterior del teatro Rosalía de Castro y el que parte de ese punto para llegar hasta Puerta Real.

En ese recorrido, el banco tendrá una serie de espacios, de 12 centímetros de anchura, que harán posible el paso al otro lado y que coincidirán con las marcas del pavimento. Al tratarse de bloques de piedra, no precisarán de obras para su instalación y solo será necesario esperar al proceso administrativo para su adquisición, que se agilizará al máximo para dotar de seguridad a la zona cuanto antes.

El banco estará complementado con las barandillas ya existentes en las dos escaleras del muelle que permiten acceder a las embarcaciones amarradas en la dársena, que serán modificadas y ampliadas, en especial la situada frente a Puerta Real, ya que a la actual se sumará una nueva en la esquina con la explanada de O Parrote. El banco dejará libre el paso a estas escaleras, lo que hará posible mantener el uso portuario de la zona, que es también uno de los objetivos de esta actuación municipal.

La utilización de piedra como barrera de protección para los peatones supone, según el Concello, el respeto al carácter patrimonial que tiene el cantil del muelle, por lo que se mantiene la estética de la Marina, en la que con esta solución se garantiza además que pueda seguir siendo usada por los ciudadanos para disfrutar de su ocio.

La conmoción que supuso el fallecimiento de dos personas por ahogamiento en apenas un mes generó un debate en la ciudad acerca de la necesidad de proteger el borde del muelle para evitar nuevos accidentes. Aunque algunas personas se pronunciaron a favor de dotar de barandillas al cantil, el Concello prefirió un elemento con menor impacto visual en un lugar con alto valor patrimonial.