Un no sin matices y cargado de crispación. Más de dos centenares de vecinos acudieron al centro cívico de Eirís, donde la asociación del barrio había invitado a los responsables del Hogar Sor Eusebia a explicar el proyecto Micasita, un centro para intentar que las personas que viven en la calle en la ciudad dejen cajeros, bancos y portalesMicasita. No pudieron hablar ni diez minutos. Pese al intento de la directiva de la entidad de calmar los ánimos, recogieron los bártulos increpados por alguno de los asistentes.

El local de la asociación en el centro se hizo pequeño y muchos tuvieron que seguir el acto desde fuera. El presidente vecinal, Suso Prado, presentó a uno de los fundadores del Hogar y su director, José Vicente Martínez Rico y Diego Utrera, que se sentaron frente a la gente para explicar un plan "pionero" de 20 módulos habitacionales para "aquellas personas que nadie quiere" e incapaces de adaptarse a las condiciones de un albergue o residencia. Tendría "un pabellón de servicios, con trabajadores y educadores sociales" para prestarles atención social y sanitaria y una vivienda para la persona encargada de "la vigilancia y control".

Así explican sobre el papel lo que apenas fueron capaces de introducir en el centro. Martínez Rico comenzó relatando por qué se fundó el Hogar Sor Eusebia y cómo vieron sus resultados "insuficientes", con gente que seguía en la calle. Pensaron en Micasita. "No quisimos hacer una chapuza", relató el fundador, que tampoco convenció contando que el premio nacional Gallego Jorreto había diseñado el equipamiento. "Queremos algo de lo que se sientan orgullosos de tener...". Fue lo último que dijeron, salvo despedirse: "Estuvimos encantados de venir pero si nos nos descalifican tenemos que ausentarnos".

Los vecinos cuyo volumen de voz se impuso al del resto le afearon a Martínez Rico y Utrera diversas cuestiones: "usted no vive en el barrio", "solo está diciendo lo bueno que le gusta ser", "no somos tontos", "cuando tenga que ir al hospital o roben un coche...", "yo quiero andar por la calle". Ni el presidente de la asociación ni la vicepresidenta, Mónica Díaz, lograron parar algo que los invitados ya se temían.

Solo la intervención de Manuel Vilaboy, ex presidente de la entidad vecinal y miembro del PSOE coruñés, apaciguó algo el ánimo, ya con los directivos del Hogar Sor Eusebia rumbo a su institución. "Entiendo que los ánimos estén caldeados pero creemos en la libertad y la democracia y esta gente tenía derecho a explicarse", reprochó a la asamblea, pidiéndole que se opusiese al centro pero "argumentando" para demostrar que es "un barrio educado y democrático".

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Tensa asamblea de vecinos en Eirís

Vilaboy recordó que hubo vecinos que fueron desalojados de esos terrenos, que ACLAD tuvo el mismo problema vecinal y acabó en A Grela y que hay una entidad de referencia en Barcelona que tiene dos centros similares "en un parque industrial y de oficinas". Propuso ofrecer al Hogar el taller municipal de A Grela, actualmente sin uso.

"Lo que queremos decir es que hay que evitar un conflicto social en Eirís llevando a este centro a donde tengan que llevarlo", añadió, defendiendo que "Eirís no está en desacuerdo con ayudar a la gente, pero entendemos que no es el sitio indicado", concluyó aplaudido.

Tras finalizar la corta pero tensísima asamblea, Prado interpretaba lo ocurrido y reiteraba la "total repulsa" a Micasita. "Es un poco de pena que no pudiera explicar el proyecto pero la gente está muy caliente porque aquí hubo gente que se desalojó del parque", expresó. Habló también de las viviendas sociales de barrio y defendió que acogieron a gente de Penamoa, que formó parte de la comisión de realojos, "se trabajó mucho" y "no hubo problemas como en Mesoiro". "Y la asociación medió cuando los hubo, seguro que la concejal nunca lo ha hecho", dijo, "en esta zona, en este sentido y con este tipo de casas y de gente, tenemos el cupo cubierto".

El director del Hogar, se mostraba apenado tras la reunión. "Fue una excelente demostración de xenofobia e insolidaridad". Diego Utrera relata que había "4 o 5 personas" que solo tenían la intención de "reventar la asamblea y descalificarnos". Cree que detrás de algunas protestas se esconden "intereses particulares" como "la depreciación de sus pisos, cuando hay gente que duerme en la calle, que son los desheredados de la tierra". "Escogimos la mejor parcela que nos dio el Concello y queremos una integración real, no en el campo como las ratas", explicó. Concluye que pretenden seguir adelante: "Es una minoría, en la zona hay 20 o 30.000 personas y no nos sentimos desautorizados por lo que ha ocurrido".