Despedida de la temporada en el Rosalía, teatro que fue sede de la Banda Municipal desde los años cuarenta del pasado siglo hasta que comenzó su andadura en el Palacio de la Ópera. Hoy el instrumento colectivo está más hecho a la amplitud de la sala grande y en el Rosalía a veces la sonoridad resulta excesiva. El concierto de despedida suscitó un gran entusiasmo porque nuestra música llega muy al alma del oyente gallego. Aunque se trata de una obra ambiciosa en tres movimientos, debido a su dudosa identificación galaica, la suite Vigo, de Soutullo, no entusiasmó. Fue un encargo (1911) de los gallegos radicados en Madrid para recaudar fondos a fin de erigir una estatua -la Virgen de la Roca- en Baiona. El hecho de tratarse de una pieza de circunstancias explica el escaso interés de una partitura poco inspirada que apenas en el tercer tiempo evoca nuestra música mediante un convencional tema de alborada. El gran compositor de Ponteareas o de La del soto del parral, irreconocible. Las transcripciones, discretas. Floja, la de Os teus ollos, de Chané; mucho mejor la de Rosa de abril, de Gaos, aunque la introducción sea prescindible y las ornamentaciones en el da capo resulten innecesarias. El pasodoble Escenas del amor no responde a un título tan sugerente; podríamos haber sobrevivido sin conocerlo. Coruña, pasodoble de Faustino del Río, que se dio como bis, es muy superior. Aldea de Montelongo es una bonita foliada de Bernardo del Río; y la Fantasía sobre temas gallegos, de Simón Couceiro, pareció muy interesante. Convendría volver a escucharla.