La contaminación que emiten las industrias afecta al clima del planeta y, en el caso de los gases efectos invernadero, contribuye a acelerar el calentamiento global. Pero, ¿en qué medida las emisiones de la industria y otras actividades, como el tráfico, provocan una concentración de sustancias perjudiciales para la salud en el aire que respira los coruñeses?

Para analizar esto se han tomado como referencia los datos de la estación de vigilancia de calidad del aire de O Castrillón, una de las cuatro estaciones de la red municipal, registrados entre el 24 de abril de 2016 y el 24 de abril de 2017. El motivo de esta elección es que este medidor se sitúa en una zona de alta densidad poblacional, mayor que el entorno de la estación del parque de San Pedro, del parque de Santa Margarita o San Diego.

De las 12 sustancias que se analizan en estas estaciones, cuatro se corresponden con algunas de las grandes emisiones lanzadas por los complejos industriales de la ciudad y la comarca: el dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno y las partículas PM10 y PM2,5. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece unos umbrales claros de los promedios que no se deberían sobrepasar en el día a día para no perjudicar la salud humana. Los datos recogidos en O Castrillón muestran cómo en la ciudad se cumplen por lo general estos límites, si bien a lo largo de este periodo de un año se produjeron repuntes que sobrepasaron las fronteras de lo aconsejable en más de diez ocasiones.

Para las partículas PM2,5, el organismo internacional establece un límite de 25 microgramos por metro cúbico en el aire, una cifra que durante el periodo analizado se superó en seis ocasiones, duplicándose puntualmente el 13 de agosto hasta los 50,2 microgramos.

El miembro del área de calidad del aire de la asociación Ecologistas en Acción, Xosé Veiras, llama la atención, por ejemplo, sobre los registros en la ciudad de las partículas de diez micrones de diámetro (PM10) por el peso que tiene la actividad industrial en su origen. De acuerdo con la OMS, estas partículas y aquellas de diámetro más reducido, como las PM 2,5, son de las más perjudiciales para la salud ya que pueden penetrar y alojarse en el interior de los pulmones. La exposición crónica a ellas agrava el riesgo de desarrollar cardiopatías y neumopatías, así como cáncer de pulmón.

Veiras también pone el foco sobre los datos del dióxido de azufre (SO2) en el aire, que tienen en complejos como la refinería, Ártabra, la central térmica de Meirama o la planta de Alcoa sus principales focos. Esta sustancia puede afectar al sistema respiratorio, a las funciones pulmonares y causar irritación ocular. En el periodo analizado, la estación medidora de O Castrillón captó tren días del año en los que se superó el límite de 20 microgramos por metro cúbico aconsejado por el organismo internacional.

¿En qué medida la presencia de estas sustancias en el aire es consecuencia de la industria y no de otras actividades como el tráfico? El último inventario de emisiones elaborado por el Concello en 2011 se señala que en el caso de las partículas (PM) la industria causa el 99% de las emisiones de la ciudad; mientras para el dióxido de azufre (SO2) el 93%, mismo porcentaje que para los óxidos de nitrógeno, como el NO2. También es la industria la responsable del 83% de las emisiones de un gas efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2), mientras que a los hogares les correspondería un 7% y a los automóviles un 10%.

Veiras considera que, aunque en algunos casos hay margen de maniobra para reducir las emisiones, muchos de estos procesos provocarán siempre algún tipo de emisión por su propia naturaleza. Por ello, llama a hacer una apuesta global por las energías renovables y la economía verde para reducir la dependencia de instalaciones que usan combustibles fósiles para la producción energética, como es el caso de la central de Meirama o la refinería de petróleo de Repsol.

En el caso del dióxido de nitrógeno, la OMS no hace referencia a una media diaria, pero sí a una media anual de 40 microgramos por metro cúbico que, aunque sí se superó algún día concreto, no se alcanzó en el promedio del año. Para las partículas PM10 solo hubo un día en el que en esta estación se superó el umbral aconsejado por la OMS, llegando a los 53 microgramos un 13 de agosto, mismo día en el que las PM2,5 alcanzaron su mayor registro.