Prometió que haría "volar" al público, que haría que se olvidasen de todo y que, por un momento, el mundo entero fueran él y su música, las luces del escenario y sus bailarines. Y así, con ese propósito, empezaron a sonar grandes éxitos, como Living la vida loca, Sube la adrenalina, Tu recuerdo o Te extraño, te olvido y te amo, la canción que le abrió las puertas de España.

"Hacía mucho tiempo que no la cantaba, pero ahora que he vuelto a España, quiero cantarla todo el rato, por la reacción que ustedes me regalan cuando la escuchan", dijo el puertorriqueño que, en la primera parte del concierto se cambió de ropa cada dos canciones. En uno de sus looks tanto él como sus bailarines vistieron una falda de tablas, que hizo enloquecer, más si cabe, a sus fans.

Entre el público, muchas banderas, de Colombia, de Asturias, algún que otro enfado porque todas las puertas se abrieron a la vez y de nada valió la cola que hicieron desde las cinco de la tarde algunos de los seguidores.

"A ver esas palmas, mi gente, que se sienta. Dance with me tonight, muchas gracias", dijo Ricky a su público que, inevitablemente, agotó ayer varias baterías y memorias de sus móviles. Prometió fiesta y dio fiesta, cantó, bailó y mostró que los años no pasan por quien copaba las pastas de las carpetas y las cintas de casete de las jóvenes de los noventa, pero hubo también compromiso, con el anuncio de su fundación y el mensaje de hacer un mundo un poco mejor.

Quien casi se queda sin ver el concierto fue un grupo de diecisiete personas. Habían comprado sus entradas a través de la página Viagogo a un precio medio de unos 130 euros, y, al llegar a la entrada del recinto, el código no les permitía pasar. Finalmente, el Coliseum y la promotora del concierto decidieron invitar a este grupo de afectados al concierto. Los perjudicados prevén interponer mañana una reclamación conjunta para quejarse por la mala práctica de la empresa que les vendió las entradas.