Son alumnos del colegio Víctor López Seoane pero, a su vez, son mediadores, intentan solucionar problemas que hay entre compañeros menores que ellos y, ayer, su labor fue reconocida por la comunidad educativa, pero también por el Concello en un acto celebrado en el Rectorado. Y es que, durante este curso y por primera vez en este centro, los alumnos de quinto curso se encargaron de ejercer de tutores de los de tercero.

Noa Arechavala Díaz, de ocho años, le dijo a su tutor, de diez años, que un niño le había pegado. Entonces, se puso en marcha el proceso. Ambos niños y sus tutores se sentaron a hablar y a intentar solucionar el conflicto, desde entonces, asegura Noa, no han tenido más problemas. "A veces, son tonterías, no son cosas graves, pero yo los escucho igual y me gusta ayudarles, ahora nos conocemos mejor", explica Rubén García Fuentes, que durante este curso se encargó de tutorizar a dos alumnos de tercero. El próximo año no formará parte del programa TEI (Titoría Entre Iguais), aunque asegura que intentará seguir sirviendo de referencia a los alumnos menores, por si en algún momento necesitan su ayuda.

Dice Elena Bauluz, que es la profesora de Educación Física del centro y también la coordinadora del proyecto, que en el colegio están muy contentos con la experiencia, porque les ha permitido crear un clima en el que los pequeños puedan entenderse entre ellos, aprender a escuchar y ver que todo conflicto tiene diferentes aristas y puntos de vista. "Aquí no hay jueces ni castigos, solo un ambiente en el que todos los implicados hablan sobre un problema e intentan solventarlo entre ellos, en caso de que los afectados y los tutores no tengan las herramientas necesarias, vienen y me lo cuentan y yo les oriento, pero no decido nada", explica Bauluz.

La coordinadora del proyecto en el centro, Noa Caamaño, asegura que el camino para implantar en el centro de Monte Alto el TEI no ha sido fácil, empezaron hace dos años a interesarse por él y a recibir formación para poder ponerlo en práctica, finalmente, lo hicieron este curso que ahora acaba, pero que tiene vocación de permanencia. Su objetivo es que los pequeños aprendan a escuchar, también "a ponerse en el lugar del otro", que desarrollen empatía y que los mayores consigan ejercer un rol de adultos, aunque no lo sean, con los que son más pequeños.

Si tiene que hacer balance, el alumno Diego Silvarrey Oreiro, de ocho años, también asegura haber disfrutado de la experiencia, de saber que, en la otra clase, había alguien siempre con ganas de escucharle, ya fuese en el recreo o en los veinte minutos del tiempo de lectura.

Casi todos los alumnos de quinto tenían dos niños a los que tutorizar, a los que escuchar y aconsejar, otros, solo uno. Eso sí, antes de formar parte del TEI, los tutores tienen que firmar un contrato por el que se comprometen a actuar cuando se les requiera.