La noche más corta del año se hizo larga. Para algunos, sobre todo jóvenes, los preparativos empezaron de madrugada. A eso de las seis ya había territorios marcados en las playas del Orzán y Riazor. Los más madrugadores se presentaron en los arenales con cintas y marcos en las manos, incluso con sofás y tiendas de campaña. Allí pasaron la mayor parte del día, al sol, acompañados de bañistas que todavía pasarían por casa antes de saltar las hogueras.

A media tarde empezó el ajetreo, el avituallamiento. La recogida de leña, las brasas, la comida, los hielos, la bebida... La madera que entregó el Concello estuvo muy demandada. Los más veteranos ya llevaron su propio material para quemar, mientras que otros improvisaron y buscaron por las calles objetos combustibles. Muchos prefirieron hacer la previa en los bares. Casi todos los locales del centro asaron sardinas en las puertas. Los vecinos cerraron las ventanas desde primera hora de la tarde, cuando el olor de las primeras sardinas empezó a anunciar el solsticio de verano. Pasadas las doce, tras la quema de la falla, se hizo la luz en los arenales coruñeses, donde también se lanzaron farolillos al viento. El fuego purificador de San Juan se tragó los malos recuerdos y la noche más meiga echó a andar.

A media tarde de ayer el Ayuntamiento descartaba que fuese a desalojar totalmente la playa del Orzán de madrugada, en contra de lo que estaba previsto inicialmente. El director municipal de Seguridad Ciudadana, Carlos García Touriñán, informó de que no se produciría la "evacuación total" del arenal debido a que el mar ayer por la tarde estaba "como un plato". Así, descartaba la posibilidad de que el agua llegase hasta el muro del paseo marítimo durante la madrugada, algo temido por muchos porque provocaría que la fiesta se acortase.