- ¿Cómo surgió la idea de crear un consorcio para regenerar el entorno de la ría?

-La ría acogió durante décadas toda la actividad industrial y portuaria de Bilbao, como los altos hornos y los astilleros. Con la crisis del petróleo en los años setenta y la posterior de los ochenta desaparece la industria, lo que genera unas tasas de desempleo enormes y un contexto social de desesperanza. Para acabar de redondear la situación, en 1983 se producen unas lluvias torrenciales que destruyen el casco antiguo, por lo que había una situación de absoluta necesidad. El consorcio Bilbao Metrópoli 30 estaba trabajando en una planificación estratégica a largo plazo para la ciudad y en 1992 las instituciones vascas pidieron al Estado que se hiciera algo en Bilbao y decidió ceder los terrenos de la ría. Se creó una sociedad en la que las instituciones estatales y las vascas participan al 50%.

- ¿Sin ninguna participación privada?

-Ninguna, toda es pública, ya que por el Estado está la Entidad Pública Empresarial de Suelo, ADIF y la Autoridad Portuaria de Bilbao, mientras que por parte vasca están el Gobierno autonómico, la Diputación de Bizkaia y los ayuntamientos de Bilbao y Barakaldo. Uno de los partenariados más difíciles de conseguir es el público, porque el público-privado es más fácil. En el público las diferencias muchas veces no obedecen a los colores políticos, sino que personas del mismo partido que representan a intereses distintos pueden defender planteamientos diferentes. En el caso de Bilbao, partiendo de que las instituciones tenían claro que lo único que no podían hacer era no hacer nada, decidieron crear un vehículo que iba a pilotar la transformación de la ría en la que la guinda del pastel fue el museo Guggenheim. Pero la idea no fue colocarlo y que floreciera la transformación a su alrededor, sino que había un concepto estratégico en el que la centralidad cultural era básico y se acompañaba de actuaciones en recursos humanos, tecnología, mejora de la calidad del agua de la ría y las conexiones de la ciudad. Se decidió que los dos ayuntamientos recalificasen los terrenos para vender una parte de ellos, con el compromiso de dedicar los beneficios a actuaciones en la zona.

- ¿Cree que es imprescindible efectuar operaciones de venta de suelo para financiar esos proyectos?

-En el caso de Bilbao ha sido clave. No todo ha sido venta de suelo, ya que algunas actuaciones han sido financiadas por los poderes públicos. A día de hoy, con unas inversiones realizadas en torno a los mil millones de euros, lo que se obtuvo por la venta de suelo ha sido aproximadamente un 60%, mientras que un 30% ha sido adquisición de otros terrenos para proseguir desarrollando los proyectos. Es necesario saber lo que se quiere hacer en esos terrenos y me parece importante decir que tiene que ser ciudad, en la que hay zona residencial, parques, viarios... El entorno del Guggenheim son 35 hectáreas, de las que 20 son paseos y jardines.

- Pero los casos de especulación hacen que a mucha gente le resulte difícil comprender que en estos proyectos se construyan viviendas.

-En el caso de Bilbao no ha habido ni un solo problema, ya que entre los valores de esta empresa está la honestidad y la transparencia. Estamos auditados por todas partes y todo está a la vista del que quiera verlo. No tiene por qué haber problemas. Está claro que hay corrupción y que hace mucho daño, pero no por eso podemos denostar cualquier proceso inmobiliario. Las ciudades tienen viviendas y no creo que por construirlas para los ciudadanos haya problemas. Me preocuparía que hubiera operaciones sin un control público y en Bilbao han permitido destinar fondos públicos a transformar barrios en estado de degradación y nuevas infraestructuras ferroviarias.

- ¿Este modelo es aplicable a A Coruña?

-Aquí la ocasión es histórica porque la ciudad se encuentra ante la posibilidad de recuperar unos terrenos, y el hecho de poder decidir y participar en ese proceso es muy importante.

- ¿Cómo se le puede decir a la Autoridad Portuaria que entre en un consorcio de este tipo sin que tenga una alternativa para financiar el puerto exterior?

-Yo le diría al Puerto: ustedes tienen que venir con nosotros y entre todos vamos a buscar una solución al problema que tienen y a participar con nosotros en un proceso de transformación. La ciudad va a ganar competitividad va a redundar en la mejora de la competitividad del puerto, que a su vez redundará en beneficio de la ciudad. Es importante empezar a dar pasos cuanto antes, porque estos procesos duran mucho y no hay que esperar a tener definida hasta la última coma para empezar a andar, ya que para entonces la situación de partida habrá cambiado.

- ¿Hay que comenzar a tomar decisiones ya?

-Hay que acordar los elementos determinantes, saber hacia dónde se va y preservar el proceso del debate de la política mal entendida, ya que hay que darse cuenta de que es un proyecto de ciudad. Hay que hacer cocina en un sitio discreto y pactar para empezar a andar.

- Pero aquí el enfrentamiento entre el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria es patente. ¿Es posible llegar a acuerdos en esa situación?

-Claro que es posible. No digo que sea fácil, pero sí con voluntad y una visión de que estamos ante un momento histórico en el que todos podemos ganar. Las negociaciones siempre hacen que tengamos que ceder y lo que hay que hacer es buscar los puntos en los estemos de acuerdo y dejar para otro momento en los que no estemos en sintonía. Y hay que ver el proceso con la mentalidad de que ganamos todos y que la medalla no se la va a poner alguien determinado.