Siete de cada diez terrazas de hostelería del centro, entre las calles Capitán Troncoso y la Estrella, respetan la ordenanza municipal que exige que dejen un mínimo de dos metros y medio libres para permitir el paso de los vehículos de emergencia. Una semana después de que el Ayuntamiento hubiera culminado la instalación de las chinchetas que marcan en el suelo la superficie máxima de las terrazas en treinta calles, un recorrido por las principales vías de hostelería del centro evidencia que 48 establecimientos cumplen la normativa y 19 superan la superficie máxima de que disponen para poner mesas y sillas en la vía pública.

El Ayuntamiento ha asegurado que no comenzará a sancionar de inmediato los incumplimientos de la ordenanza y que aguardará a que los locales regularicen sus solicitudes de licencia. Casi el 94% de los permisos fueron rechazados inicialmente por errores en las peticiones, que los hosteleros deben completar. La sanción máxima por el exceso de superficie de las terrazas es de 1.500 euros.

Capitán Troncoso, en guerra. Los hosteleros de esta calle aseguran que recibieron hace dos semanas la notificación municipal, por lo que el margen de acción para adecuarse a las nuevas medidas, dicen, resulta muy justo. En el Nova Ría rechazan esta normativa, que consideran "una barbaridad, ya que exigen demasiado espacio". También piden que la normativa sea igual para toda la ciudad, ya que "no afecta a zonas como plaza de España", donde, asegura "ni siquiera recogen las terrazas por la noche". Otros hosteleros de esta calle comparten estas quejas y auguran cierres de negocios.

A Franxa, problemas con las licencias. A pesar de las medidas puestas en marcha por el Concello para garantizar el cumplimiento de la ordenanza, en uno de los locales de esta calle creen que "ni el propio Ayuntamiento sabe lo que quiere", ya que cada vez "que responden es para pedir una documentación distinta del local". Algunos de los establecimientos que ya cumplen con la normativa, tienen el problema de que "en cuanto se sientan los clientes, ya se sobrepasa el límite establecido por la chincheta". La diversidad de opiniones se hace patente en la calle ya que, en Come y Caña, creen que la regulación de la superficie de las terrazas es "adecuada, siempre y cuando sea igual para todo el mundo". "Es una incomodidad interrumpir a la gente que está comiendo y decirle que se mueva por no traspasar el clavo", asegura desde ese negocio. En Urbión, las quejas son "porque el Ayuntamiento no ha medido bien" los límites para las terrazas, al dejar espacios en los que, aseguran, "el camión de bomberos pasaría muy justo".

Galera, sin suficiente espacio. Los problemas para rentabilizar el espacio en el exterior de los locales también son una constante en esta vía. Uno de los hosteleros admite que "sea como sea, los coches no conseguirán pasar". A esto añade la dificultad para conseguir la licencia adaptada a la nueva normativa. En Taberna de Galera asumen que "esto es algo que hay que cumplir, ya que todos podemos necesitar una ambulancia".

Olmos, a punto de bajar la persiana. En Nuevo Parador asumen que la normalidad "no será por mucho tiempo". El cierre es la única salida que ven a lo que consideran "las constantes trabas por parte del Concello" en la concesión de licencias. En septiembre cerrarán permanentemente y traspasarán su local de la céntrica calle. Otro hostelero relata que uno de los problemas es que " no hay con quien hablar y solo te dicen la ley que ya sabes que tienes que cumplir".

La Estrella, 4.000 euros en adaptaciones. Una de las estrategias que han llevado a cabo los hosteleros consiste en cambiar mesas y sillas por otras más pequeñas, para conseguir que encajen dentro de los límites establecidos por las chinchetas. En O Lagar da Estrella no han tenido que soportar cambios, por lo que esta nueva medida no les ha afectado. Consideran que la regulación "es algo normal, ya que tiene que haber límites que garanticen un orden". En Anduriña se quejan de la, a su juicio, tardanza del Concello en poner en marcha la ordenanza. Hacen un balance más que negativo, ya que, para adaptar el local, tienen que cambiar mesas, sillas y hacer laterales nuevos, lo que suma un gasto de unos 4.000 euros.