La Policía Nacional ponía fin hace diez años a la alarma de los coruñeses ante las agresiones sexuales que se cometían en la ciudad desde hacía cinco meses con el arresto de Andrés Mayo, conocido como el violador del chándal. El residente en Novo Mesoiro con su mujer y sus dos hijos fue arrestado el 9 de agosto de 2007 cuando salía de su casa para ir a trabajar. Los investigadores anunciaban entonces que disponían de muestras de ADN que lo relacionaban con tres agresiones sexuales y creían que era el responsable de al menos otras tres. Se le atribuían asaltos en Adormideras, Os Castros, O Castrillón, Juan Flórez, Cuatro Caminos y Matogrande.

El delincuente sexual actuaba los fines de semana por toda la ciudad y escogía a sus víctimas entre mujeres de 25 a 40 años. El retrato robot que se publicó era el de un joven alto y de complexión fuerte. No se equivocaba. Mayo ya había sido sentenciado en 1991 por cometer once violaciones en Asturias y León entre 1989 y 1990. Tras cumplir la pena, se trasladó a A Coruña, donde vivía con su mujer -a la que conoció cuando estaba ingresado en la prisión de Mansilla de las Mulas- y sus dos hijos. La Audiencia lo condenó en 2009 a 73 años y medio de prisión por cuatro violaciones, cuatro agresiones sexuales -dos de ellas intentadas- y un delito contra la integridad moral. Dos años después, en noviembre de 2011, volvió a ser condenado a dos años y cuatro meses de cárcel por abusar de una joven en abril de 2004 en Federico Tapia.