Más de 120 vecinos del barrio de Feáns han llegado a la conclusión de que el compost ecológico es la mejor opción para enriquecer sus huertas. Desde hace más de seis años utilizan este método por su origen natural y su respeto por el medio ambiente, ya que permite reutilizar productos que, de no usarse para el compostaje, terminarían en la basura. Este fertilizante es el principal abono de una comunidad que intenta fomentar la agricultura ecológica y sostenible. Con este fin, la Asociación de las Huertas de Feáns sigue estrictamente el reglamento europeo de agricultura ecológica y dice no a pesticidas, herbicidas, abonos químicos de síntesis y todo aquello que no tenga una etiqueta que certifique su origen natural y respetuoso con el medio ambiente.

Los habitantes de esta zona, en la que viven un millar de personas, utilizan la mayor parte de los restos orgánicos que generan diariamente en sus hogares. Desperdicios de verdura, pescado, mondas de la fruta e incluso papel o paños de cocina usados, siempre y cuando no tengan nada impreso ni contengan tinta, son algunos de los productos reciclables que pueden convertirse en un buen fertilizante para los huertos urbanos de la zona, en los que no faltan judías, patatas aéreas, flores comestibles, tomates, pimientos y otras clases de hortalizas.

Lourdes López es la presidenta de la Asociación de las Huertas de Feáns, y hace compost para nutrir los huertos comunitarios desde hace años. Para ella, esta es "la mejor forma de reciclar lo que ya no podemos usar". Como para todo, son necesarios algunos conocimientos previos para saber hacer este compost casero y "no basta con utilizar solo lo que sale de las casas, hay que añadir estructurantes como hojas de árboles, ramas pequeñas e incluso hierba, para que la masa alcance las condiciones adecuadas para su uso", añade López.

Pero en esto del compostaje también surgen nuevas altas y, a finales del año pasado, el Concello llevó a cabo una iniciativa para animar a otros vecinos de la zona a producir fertilizantes caseros que después pudiesen utilizar en sus huertas. Adega fue la asociación encargada de poner en marcha este proyecto y, tras recibir una subvención del Ayuntamiento, repartió quince contenedores entre los vecinos que tienen huerta o jardín, donde reciclan residuos orgánicos que, tras un proceso que dura seis meses, se transforman en compost.

Los recipientes, que tienen una capacidad de 80 litros, son cuadrados y tienen una apertura por la parte de abajo, que se abre para retirar el compost más maduro por ser el que más tiempo lleva dentro del envase. Los vecinos también fueron a un curso que impartió la asociación, en el que técnicos de Adega explicaron cómo usar correctamente los composteros. Finalmente, una educadora ambiental fue la encargada de hacer un control rutinario cada seis meses, para comprobar que el proceso estaba siendo eficaz en las huertas y que el fertilizante ya estaba maduro.

Gracias a esta iniciativa del Concello algunos vecinos que antes no hacían compost dan ahora una nueva a vida a todo lo que antes acababa en la basura, lo que implica dar salida a una media del 50% de los residuos generados en el hogar. "Hoy en día esto es algo de responsabilidad, se está desperdiciando mucha materia orgánica que se podría utilizar para abonar de forma natural jardines, huertas y zonas de cultivo", asegura Lourdes López.

Otras franjas de la ciudad podrían tomar ejemplo del compost casero de Feáns y abonar sus zonas verdes con fertilizantes naturales, hechos a partir de los residuos orgánicos de los vecinos. El parque de Santa Margarita, los jardines de Méndez Núñez, los de Alfonso Molina y el parque de San Carlos son algunas de las zonas verdes del centro que usan fertilizantes mayoritariamente industriales para que sus flores y árboles crezcan más rápidamente.

"Los jardines de A Coruña podrían estar perfectamente abonados de forma sostenible con todo lo que se tira, e incluso sobraría compost", explica otra vecina de Feáns, Marisa Pan, que también utiliza el compostaje como fertilizante natural para su huerto. La asociación hortense cuenta con más de 130 terrenos individuales, que suman un total de 6.000 metros cuadrados de terreno. Detrás de cada huerta hay una familia entera que está directamente implicada en el proyecto y que, en algunos casos, puede alcanzar las tres generaciones, indica Lourdes López.

Pero no todas las familias que cultivan un pedacito de las huertas de Feáns son del barrio. Algunos vecinos del resto de la ciudad se desplazan hasta aquí habitualmente y todos lo hacen con el mismo fin: producir un fertilizante natural con los residuos que llevan desde sus casas, plantar, regar y, como último paso, recolectar las frutas y verduras que tienen en sus huertas, cuenta Lourdes López.

El compost ecológico es un paso más hacia una agricultura más sostenible y respetuosa con el medio ambiente, y también con nosotros mismos, porque, dicen los expertos, somos lo que comemos y esta es una buena forma de empezar a llevar una alimentación con productos naturales y que, sabemos, que no llevan productos químicos.

La asociación de las huertas de Feáns tiene dos objetivos claros: recuperar terrenos abandonados de la zona y reconvertirlos al cultivo; además pretende divulgar el compostaje como la mejor forma de hacer fertilizante natural para la tierra, declara Lourdes López. En estos últimos años la agrupación ha cumplido, en gran parte, los dos propósitos que tenía ya que los vecinos que participan en esta iniciativa compostera ya cosechan en las tierras cedidas por otros vecinos de Feáns y propietarios, gracias a un contrato de cesión que se renueva anualmente. Esto ha desembocado en la recuperación de algunos terrenos que antes estaban abandonados y/o inutilizados.