El profesor de Sociología de la Universidad de A Coruña José López Rey tomó parte en 2003 en la elaboración de la Ley de Convivencia y Ocio de Extremadura, para lo que analizó el fenómeno del botellón en esa comunidad y en Galicia, en especial en A Coruña cuando surgieron los problemas de las plazas de Azcárraga y del Humor. Su experiencia sobre el comportamiento social ante el ocio le lleva a sugerir el diálogo entre hosteleros y vecinos afectados por su actividad, así como que el botellón se concentre en zonas aisladas de áreas residenciales.

- ¿Qué opina sobre la polémica surgida en la zona de la Cormelana?

-No conozco este caso en concreto, pero en el marco del ocio juvenil no es un fenómeno que sea reciente, aunque sí se es más sensible a las demandas de los vecinos y posiblemente a raíz del botellón, ya que antes la intervención dependía de la voluntad de cada alcalde. Cuando a mediados de los noventa la subdelegada del Gobierno intentó hacer cumplir los horarios de cierre en Santiago, hubo problemas con los estudiantes, al igual que sucedió en otras ciudades. Lo que se manifiesta aquí es un conflicto por el espacio entre los jóvenes, que tienen derecho a divertirse, y los vecinos, que lo tienen a descansar. Pero no debemos generalizar nunca y cada caso debe ser tratado de forma independiente.

- ¿También en el caso de la Cormelana?

-Me imagino que el problema es que las plazas y calles son pequeñas y estrechas, por lo que el sonido se propaga hacia arriba. Pero lo que dicen los hosteleros también es cierto, porque esa era una de las zonas marginales de A Coruña hasta hace no mucho tiempo, con prostitución y bares con cierta marginalidad, por lo que no eran calles ni agradables ni seguras. Los jóvenes que abrieron tiendas en el llamado Soho coruñés y los hosteleros es verdad que están dinamizando la zona, por lo que cuando entran en conflicto los derechos de los empresarios, los jóvenes y los vecinos, lo ideal es llegar a acuerdos y no atrincherarse en posturas en las que uno no ceda.

- ¿Apuesta entonces por el diálogo entre las partes implicadas?

-Siempre, porque a veces a los hosteleros les sale más barato costear el alojamiento de los vecinos afectados en hoteles que el que le cierren los establecimientos. Los problemas de ruidos en las viviendas pueden deberse a que las casas no estén bien aisladas, lo que no es problema del hostelero, a quien le puede resultar rentable ayudar a los vecinos a aislar los edificios. El hostelero siempre va a preferir contar con el apoyo de los vecinos a tenerlos en contra, ya que siempre va a suponer un problema. El Ayuntamiento debe ser quien fomente estos encuentros y lo primero que hay que hacer es cuantificar absolutamente todo para que no quede solamente en ideas o en expresiones de los vecinos más movilizados, porque a lo mejor hay vecinos que están encantados con que el barrio esté cambiando.

- Los hosteleros dicen que piensan recabar el apoyo de los residentes que están a favor de su actividad.

-Claro, y si esto se hace de parte, lo que se puede generar es más confrontación entre los propios vecinos. El Ayuntamiento tiene que liderar esto de alguna manera, máxime cuando existen mecanismos de participación y cuando el Gobierno local es proclive a ella y a tener en cuenta la opinión de los vecinos, a diferencia de otros anteriores. Debe sabe cuántos vecinos están afectados, las condiciones de aislamiento de las viviendas... y si al final los que tienen este problema no son tantos, a lo mejor a los hosteleros les compensa ayudar a aislar las casas o el Ayuntamiento puede dar ayudas para hacerlo sin que la zona se declare Acústicamente Saturada. Mi opinión personal es que los gobiernos cuentan con los mecanismos suficientes para solucionar el problema cuando tienen voluntad de hacerlo. Cinco pubs en una misma acera hacen imposible la convivencia durante la noche, pero ¿quién concedió las licencias? A lo mejor esto no lo pueden solucionar ya en esta zona, pero pueden tomar conciencia de lo que no tienen que hacer en el futuro.

- ¿La declaración del barrio como Zona Acústicamente Saturada sería una solución?

-No lo sé porque desconozco el caso concreto, pero se puede constatar la labor de recuperación del barrio que han hecho los hosteleros, ya que he pasado por la plaza de la Cormelana y he recordado el aspecto que tenía no hace tantos años, lo que es mérito de los hosteleros que hicieron una apuesta por ese lugar. Si el problema es quienes están en la calle con la copa en la mano o quienes se quedan luego a hacer botellón, eso no es problema de los hosteleros, por lo que aplicar una medida que va en su contra porque no se está aplicando la normativa que prohíbe aglomeraciones de personas durante la noche es matar moscas a cañonazos. Lo que hay que hacer es evitar esas concentraciones. Las ZAS fueron muy útiles en las plazas de Azcárraga y del Humor, donde había un conflicto enquistado que se solucionó así, porque algunos decíamos que la solución no era prohibir, sino regular. En Azcárraga había un tipo que tocaba tambores a las cinco de la mañana y cuando se llamaba a la Policía Local decía que no acudía si no había peleas.

- Lo que sorprende es la diferencia de actuación entre ciudades. En Santiago se prohíbe beber en la calle y hacer botellón, cuando en A Coruña es posible.

-Pero a cambio, en Santiago hay montones de denuncias de botellones realizados en pisos, ya que los vecinos sufren el ruido de forma más intensa. La disparidad normativa es cierta, porque en Pontevedra se creó un botellódromo junto al Palacio de Congresos, que posiblemente haya sido la mejor solución de todas, ya que está localizado y no genera conflictos con vecinos no hosteleros. Cuando en A Coruña se crearon las ZAS, los jóvenes se fueron a los jardines de Méndez Núñez y al poco tiempo se decía que los destrozaban. Hay que darles alternativas o por lo menos espacios donde poder hacer el botellón. No puede ser que ahora se desplacen a calles del interior del casco urbano porque la gente tiene derecho a descansar. Sería interesante que el Ayuntamiento supiera la razón por la que los jóvenes se reúnen en la Cormelana. Si es porque los bares son pequeños y es más cómodo estar en la calle, eso no se puede consentir y la policía debería identificar a la gente hasta que se aburra y se vaya.

- ¿Sería posible en A Coruña una solución al estilo de Pontevedra para concentrar el botellón en un punto determinado?

-El problema del botellón se había solucionado no de manera idónea pero sí razonable al situarse en los jardines, porque se había conseguido que los jóvenes pudieran divertirse y los vecinos dormir y estuvimos diez años sin problemas. Podría ser un lugar o varios lugares en la ciudad, porque cuando se dice el botellódromo saltan las alarmas. Cuando se hace una planificación urbana se hace una racionalización de los usos del espacio y esto es lo mismo. En el centro no se puede tener una refinería y donde la gente está durmiendo no se puede estar bebiendo en la calle. Hay que tener en cuenta que la gente compite por el espacio, porque en la misma plaza por la tarde están las abuelas con los nietos, más tarde la gente en las terrazas tomando unas copas y cuando se cierran, a lo mejor aparecen los jóvenes que han ido conquistando la noche. ¿Cuál es el problema de que haya una, dos o varias zonas en las que los jóvenes puedan estar juntos bebiendo y charlando con garantías de que no molestan a nadie y de que tienen servicios higiénicos, limpieza y transporte? Yo creo que ninguno. La cuestión es saber qué espacios serían los más adecuados.