Antonia Villaverde vive en A Coruña desde que era una niña y, a sus 97 años, sus manos siguen creando obras de arte, reconocidas por numerosos premios, exposiciones y críticas. Todo empezó cuando una monja le dijo que tenía que dedicarse a la pintura. Ahora, sigue creando desde el salón de su casa, y dedica dos horas al día a pintar. Acaba de inaugurar una exposición en el almacén concept store de la calle Olmos, en la que exhibe doce cuadros con temática gallega.

Antonia confiesa que en el arte no todo vale, que nunca se fija en los demás y que "solamente pinta lo que le sale de dentro". Empezó su formación en la Escuela de Artes y Oficios, con apenas veinte años, cuando vino de Carballo, su localidad natal. Tras cuatro años abandonó el centro para poder ganarse la vida, pero Villaverde nunca llegó a olvidarse de la pintura. La siguiente parada fue Barcelona, en donde vivió un año y medio mientras daba clases de pintura de azulejos. Continuó como modista y terminó creando una fábrica de mosaicos con sus hermanas. La cerámica llegó a venderse en las prestigiosas Galerías Preciados de Madrid. Hasta que, un día, su pasión por la pintura la llevó a seguir aprendiendo.

Entonces decidió estudiar Delineación y, después, Decoración, para conseguir el certificado que le permitiría dedicarse a la enseñanza. Esta artista vanguardista, a la que se le añade el aliciente de ser mujer en una época con más impedimentos que nunca por serlo, tuvo como maestra a María Corredoyra, que fue su gran mentora. En la academia, "de treinta, solo aprobamos cinco, y todas chicas", presume la carballesa. Fue entonces cuando ganó un accésit en un concurso nacional de pintura. "Con escuadra y cartabón, hice un niño", después, el jurado mandó el reconocimiento a la escuela. "Me quedé asombrada, no me esperaba ser de las primeras", cuenta Antonia.

Después, la artista montó una academia en la calle Tabernas, que después trasladó y dio clase durante más de 30 años. "Aún me encuentro a mis alumnos por la calle, ya están casados y tienen hijos", narra Villaverde emocionada. "Entre una cosa y otra no tenía tiempo para", declara la autora. Antonia, que no tenía aun el título de Decoración, decidió continuar aprendiendo al mismo tiempo que estaba sola al frente de todas las clases. Dos años después, obtuvo el título que la autorizó a enseñar Delineación y Decoración.

En una de sus galas, la Asociación de Artistas de A Coruña la premió por ser una de las socias más antiguas y la que más cuadros vendía en la ciudad. Las clases se trasladaron la iglesia de San Jorge y a un edificio de O Parrote, entre otros. Después, alquiló un piso del inmueble en el que vivía con la finalidad de seguir enseñando, y dio clase hasta que tuvo 80 años.

Los encargos son otra de las especialidades de Antonia Villaverde, que hizo "por lo menos treinta retratos", explica. "La gente venía a casa o a la academia", declara Antonia, que guarda fotografías de sus cuadros en un pequeño álbum que enseña con satisfacción y que rebosa arte en cada página.

Óleo, acuarela, esmalte, espátula, pastel, carboncillo? nada se resiste a las manos de Antonia, que guarda más de un centenar de cuadros en su casa. También ganó un primer premio en los Tomasinos, el centro cultural de la Iglesia en la Ciudad Vieja por una estampa de su hermana. Otra de sus facetas es la humana. Durante años ayudó a las personas más necesitadas. Colaboró con Manos Unidas y Cáritas ofreciendo sus cuadros a las asociaciones para que pudiesen venderlos y así ayudar a los más pobres.

Desde Oropesa del Mar hasta Tahití, sus cuadros adornan paredes en distintas partes del mundo. "Un matrimonio de Honduras que vino de luna de miel decidió comprar el cuadro y llevárselo, al verlo en una de las exposiciones de la asociación de artistas", cuenta la pintora.

A sus 97 años, la pintura sigue siendo un pilar de su vida y, a pesar de la artritis y del dolor de hombros, no pierde entusiasmo y sigue creando, sobre todo con acuarelas, "es lo más fácil ahora mismo por el estado en el que estoy", relata Antonia.

Por una casualidad, la pintora conoció el almacén concept store de la calle Olmos y decidió participar en una exposición de temática costumbrista gallega. En ella cuelga uno de sus cuadros más antiguos, que data de mediados de los años 40. Una docena de sus lienzos llenan de color y de vida la segunda planta del almacén, con precios que van desde los 290 hasta los 500 euros.