Jugó con la verdad y la ficción en la serie de relatos cortos La verdad que te descuento y lo ha vuelto a hacer este año con su nueva novela. Doris Martínez, periodista y escritora leonesa, lanza al público su obra No te mentiré, la historia de esos "amores en el limbo", que regresan del pasado y reabren heridas que se creían cosidas. Con tintes autobiográficos, el texto de Martínez supone su primera incursión en el mundo de la novela, que presentaba la semana pasada en un acto en la librería Berbiriana.

- Primera novela, aunque no primer libro. ¿Los relatos cortos eran una primera toma de contacto para lanzarse finalmente a la novela?

-No exactamente. Los relatos cortos son como una forma de dar salida a mi creatividad de una forma rápida y cuando los junté en un libro me quedé muy satisfecha, pero siempre he querido escribir una novela. Ahora tengo la sensación de que ya soy escritora. Eso no me lo dan los relatos cortos.

- ¿Cómo fue la entrada en la novela?

-Me vino dada. Yo tenía varias historias que voy apuntando, pero una serie de circunstancias en la vida me llevaron a vivir una que me pareció que podía dar pie a una buena novela. Más que escribirla, ella me ha escrito a mí.

- Tengo entendido que al principio pensaba en escribir algo de género policiaco.

-Sí, exacto. De hecho, tengo una media novela ya escrita, que está ambientada en Tenerife y en un periódico inspirado en cuando trabajé en La Opinión de Tenerife. Me gusta mucho la novela policiaca y tenía esa historia, pero luego me vino esta, de amor y desamor.

- ¿Qué evolución como escritora cree que ha experimentado con este libro?

-Para mí este libro es muy importante. Escribirlo ha sido una especie de catarsis personal y emocional. A veces fue duro, porque muchas de las cosas que digo y que escribo las creo y es un proceso de auto reconocimiento de mí misma. Es muy honesto en muchos aspectos, me desnudo un poco, emocionalmente hablando.

- Fue una primera novela valiente, entonces.

-Muy valiente, porque la gente que me conoce me va a reconocer. Pero estoy muy feliz de haberlo hecho, no me siento avergonzada. Quizá sea que no tengo mucho pudor en mi vida [se ríe].

- En sus dos obras hasta el momento habla de verdades y verdades escondidas, ¿es un tema inevitable para alguien que es periodista?

-Supongo que sí. Con 30 y pico años de profesión de periodista, tengo una deformación profesional, sin duda. La verdad para mí es importante, y me viene bien para luego ficcionarla. Cojo cosas reales, que me pasan o que les han pasado a otras personas, lo ficciono y dejo que el lector decida qué es cierto y qué no. Pero necesito la verdad para escribir. Por eso digo que hay hechos reales y emociones reales, pero que no todo es verdad, ni mentira.

- ¿Y cuál es la mayor verdad de este libro?

-[Se queda en silencio] Esa no me la esperaba [ríe]. La mayor verdad es que parte de lo que se narra me ha ocurrido personalmente. La relación que se cuenta. Lo que no puedo decir es qué parte, porque me delataría demasiado, pero hay tres personas que se mezclan y sus sentimientos salen a flote.

- Una de esas partes es Lucía, la protagonista, que trae al presente una historia de amor del pasado. ¿Es un error volver a abrir esas puertas?

-Es inevitable a veces. No es que sea un error, es que no lo pueden evitar. Porque no se cerró esa historia, porque son amores que no se pueden vivir. Lucía está enamorada de un hombre casado, el hombre casado está enamorado de una mujer que no es su mujer y eso siempre se queda a medias. La vida a veces es un poco puñetera en eso. Lo que no sabemos rematar adecuadamente te lo vuelve a restregar por la cara, aunque creas que lo has enterrado. Solo las puertas que cerramos definitivamente se quedan así, y solo se cierran definitivamente cuando las emociones dejan de existir. Pero mientras hayas emociones, aunque las ahoguemos... Reaparecen.

- Decíamos antes que era periodista, pero también correctora de escritores, ¿cómo fue corregir su propio libro?

-Horrible, no se lo recomiendo a nadie. Dicen que un abogado que se defiende a sí mismo tiene un cliente tonto. Pues un corrector de estilo que se corrige a sí mismo también tiene un cliente tonto. Porque te conoces tan bien ese texto, que el cerebro rellena los espacios automáticamente. Lo lees y no lo ves. Así que pedí ayuda externa a una amiga para que me corrigiera lo que no veía, y aun así, se nos escaparon cosas. No te puedes imaginar la cantidad de correcciones que tuvo este libro, yo hubo un momento en el que dije "ya no puedo más, me voy a volver loca". Pero no confío en nadie más que en mí misma [se ríe].

- ¿Repetirá en el siguiente, entonces?

-Sí, me volveré a corregir a mí misma. Mi primer borrador se lo di a otra correctora de estilo y cuando lo vi? Me había puesto cosas mal que estaban bien escritas. Y ya dije "no me fío de nadie, lo leeré yo las veces que se necesario".

- No le quedarán muchas ganas, después de un proceso tan largo de lecturas.

-Que va, yo soy una viciosa de mí misma [se ríe]. Supongo que el ego del escritor en mí se hace carne, porque cuando cogí mi libro físicamente, me lo volví a leer entero. También lo hice para ver si podía sentirme orgullosa de lo que había escrito, con la distancia del tiempo que había pasado desde que lo solté. Y la verdad es que sí, sigo sintiéndome a gusto.

- Ahora tiene ya 100 páginas del siguiente, ¿se ha puesto un plazo?

-No sé, es que ese lo tengo un poco apartado y creo que se me ha quedado viejo. La verdad es que No te mentiré tiene un final muy abierto, y le estaba dando vueltas a una segunda parte desde la perspectiva de otro de los personajes para continuarla. Pero por ahora todavía estoy con la promoción de este primer libro, de subidón.