Sobre el papel y en la mente de su directora, Olga Osorio, el cortometraje Einstein-Rosen se iba a rodar en el campo, en uno cualquiera, en el que los espectadores pudiesen tener la impresión de que no había pasado el tiempo, de que, desde el Mundial de Naranjito a la era de los iPads y los teléfonos inteligentes, nada había cambiado.

Todo cambió cuando Osorio visitó a la directora de arte del corto, Beatriz Gayoso, en su casa, en el Barrio de las Flores, así que, todo el proyecto dio un vuelco para adaptarse a este lugar en el que tantos crecieron y jugaron a imaginar una vida diferente. "El espacio en este corto es un personaje más y la gente me lo comenta mucho, que le va muy bien a la historia y, la verdad es que tiene mucha potencia audiovisual", relata la creadora de Osorio.

Más de un año después del rodaje, la cinta ha participado en 134 festivales en una treintena de países, desde Corea, Colombia, China y Rusia, hasta Australia y Brasil -aunque las proyecciones son casi incontables, ya que, por ejemplo, la franquicia Corto España lo seleccionó una vez, pero lo ha programado en 28 citas diferentes- y, por ahora, se ha llevado 39 premios y también ocho menciones especiales, aunque el grifo de los galardones no se ha cerrado todavía, ya que la cinta sigue participando en estas sesiones.

Dice la directora de Einstein-Rosen que este ha sido el proyecto que más alegrías le ha dado, el que mejores resultados ha conseguido hasta ahora. Y eso que nació como una actividad de verano para hacer en familia. Y es que Teo y Óscar, sus hijos, son dos de los protagonistas de esta pequeña historia de nueve minutos, en la que ambos hablan de los agujeros de gusano, de esa hipótesis de la Física que plantea la posibilidad de que se puedan realizar viajes en el tiempo. En la cinta, Teo está convencido de que ha encontrado uno en el Barrio de las Flores, pero su hermano no le cree, al menos, no al principio.

"Yo ya les digo que esto no es siempre así, pero son muy pequeños y no creo que comprendan bien cuál es la importancia de los premios", explica Osorio, que escribió el guión a partir de las conversaciones que sus pequeños tenían sobre los viajes en el tiempo que aparecían en su anterior trabajo ReStart.

Entre los festivales en los que participó el proyecto, algunos, como el de Rhode Island, el de Seattle o el de Palm Springs, además de tener mucho prestigio en el mundo del cine, forman parte de la lista que califica para entrar en la carrera por los Oscar. "Para eso no vale con que te seleccionen, tienes que ganar el premio principal y, aunque ganamos en algunas categorías, no tenemos ninguno de esos", explica Osorio. Esas nominaciones -seis en total de los llamados festivales Oscar Qualifying- y los galardones cosechados en ellos les abren las puertas a la competición por estar nominados a los premios Goya de 2018.

Pero, ¿qué pasará ahora con estos dos hermanos que, con pantalones cortos y un balón rodando en la plaza de la calle de las Petunias? La directora todavía no lo tiene claro, pero asegura que "algo" hará para continuar esta historia que le ha llenado la casa de premios y recuerdos de tres cuartas partes del mundo.

De todas las pantallas en las que se proyectó Einstein-Rosen, falta todavía una, la de los vecinos del Barrio de las Flores, que aún no han podido ver sus calles convertidas en plató de cine sin traspasar sus fronteras invisibles.

Otra asignatura pendiente que tiene es la de llevar a África esta historia con sello de flores de hormigón, ya que se ha proyectado en todos los demás continentes y eso les permitiría dar la vuelta al mundo montados en esta pequeña historia, en la que Teo y Óscar y los actores Xúlio Abonjo y Ricardo de Barreiro, que los interpretan de mayores, desafían las leyes de la Física en el Barrio de las Flores.