Son fragmentos de lo que sus ojos han visto durante más de una década. Una gota de agua, una calabaza o un paisaje en A Ponte Maceira que Ra Iribarnegaray, artista compostelano afincado desde hace años en A Coruña, capturó después de rendirse a la revolución digital que ha relegado las salas de revelado a la nostalgia. Ahora, y hasta el 5 de octubre, el fotógrafo las exhibe en la Galería Arte Imagen como parte de su retrospectiva Recapitulando_Me, una selección de 40 instantáneas de sus últimas cuatro colecciones dominada por la temática de la naturaleza.

Sus paisajes aparecen retratados en blanco y negro y color, y proceden de dos de las series de las que Iribarnegaray se ha servido para construir su muestra: Estacional, 10 fotografías en lienzo sobre las distintas estaciones del año, y Auga como escusa, un conjunto de imágenes en papel en las que el autor hace un recorrido desde la cantidad más pequeña del líquido hasta el mar. Los tonos grises, con los que el compostelano ha jugado para capturar sus océanos, es la preferencia habitual del artista, que asegura que solo lo abandona cuando "hay colores preciosos con los que la imagen gana más". "El blanco y negro me entusiasma, normalmente las hago así", dice el creador, que también lo ha empleado en las fotografías de su muestra de "ciudades del mundo" Pobos ao paso.

Estacional y Mobil o futuro han sido las excepciones a su norma. La última lo ha sido casi el doble porque en ella Iribarnegaray, amante de la fotografía analógica desde 1968, no solo ha renunciado a la película, sino a la misma cámara. "Antes cargaba con ella a todos lados, pero me cansé. Ahora tengo el móvil", comenta, admitiendo que, aunque se resistió a entrar en el mundo de lo digital, al final tuvo que adaptarse. "Lo hice en el 2004. Entonces ya empezaba a escasear todo. No había papel en ningún lado, las películas estaban caducadas? Es el futuro", cuenta.

La fluidez que le permite el teléfono es lo que justifica el eclecticismo de las imágenes de Recapitulando_Me que ha sacado con él. Todas son de formato pequeño y abarcan temas tan dispares como una cena y el interior de una calabaza. "No hay temática, con el móvil puedes fotografiar un tornillo y hacer un macro", declara, apuntando que además de la selección de sus cuatro colecciones, habrá una quinta miscelánea en la que cabrán "desde flores hasta arquitectura".

Para su muestra, Iribarnegaray ha escogido la imagen de unas cuantas zonas extranjera, pero la mayoría de sus escenas son gallegas. A Coruña, Betanzos y Redes son algunas de las primeras que le vienen a la boca cuando se le pregunta por ubicaciones, seguidas del Principado de Asturias, donde encontró una de las estrellas de la exposición, una planta de tonos morados y verdes de la que se enamoró en uno de sus puertos y que ha colocado en el escaparate de la galería. La aldea de A Ponte Maceira, en Negreira, le ha dejado también instantáneas para el recuerdo al artista que, aunque siempre ha hecho fotografías, nunca ha vivido de ello. "Para vivir de esto hay que tener una pareja que saque las habichuelas y te dé la posibilidad de crear sin la preocupación de llegar o no a fin de mes", dice el también pintor, que ha pasado por radios, centros de procesos de datos y política.

Hoy, ya jubilado, Iribarnegaray se dedica a su afición fotográfica. Se define como un "fotógrafo antiguo", fiel a la realidad, cuyos gustos, en tema de imágenes, muchas veces no coinciden con los de la mayoría. Las de Recapitulando_Me, el compostelano las vende por unos precios que oscilan entre los 30 y los 275 euros; "cifras de crisis", asegura él, porque "en Galicia no hay cultura de venta" y porque las imágenes, a diferencia de las pinturas, pueden reproducirse infinidad de veces de forma exacta. A pesar de los inconvenientes, sin embargo, el artista aguarda que su exposición obtenga un buen recibimiento. "Uno siempre trabaja partiendo de lo que considera bonito, pero espero que guste. A los amigos seguro que les encanta, claro [se ríe] pero querría que eso también les sucediese a los demás".